Diario de León

CULTURA

Un historiador derriba el mito de la lucha en el Corral de San Guisán

El astorgano Óscar González revisa los mitos de la guerra de la Independencia en León y encuentra incluso testimonios de que los vecinos ayudaron a los franceses

Imagen de una de las muchas recreaciones napoleónicas celebradas a lo largo del año en la provincia leonesa

Imagen de una de las muchas recreaciones napoleónicas celebradas a lo largo del año en la provincia leonesa

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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Se acerca el 24 de abril y con la efeméride todo su ya habitual cortejo de reivindicaciones, debates y soflamas en torno a los hechos vividos en León durante la Guerra de la Independencia. Sobre la tradición de que ésta fue la primera ciudad de España en ‘alzarse’ contra los ejércitos napoleónicos han vertido suficientes argumentos en contra algunos de los mejores conocedores de la época —las instituciones incluso llegaron a editar un librito para aclarar el asunto—, pero ahora es otro arraigado mito leonés relacionado con la época, el de San Guisán, el que ‘cae’ al rastrearse pruebas de su existencia en todas las fuentes y documentos... y no encontrarse ninguna.

El protagonista de esa indagación es el historiador Óscar González García, experto en ese período y coautor del reciente libro Más que una guerra. Astorga y el noroeste de España en el conflicto peninsular (1808-1814). El volumen recoge las actas del congreso internacional celebrado en Astorga en noviembre de 2012 y en él González firma el capítulo Mitos de la independencia en León: el 24 de abril de 1808 y el Corral de San Guisán.

Aborda ambos en profundidad pero con respecto a este último, menos conocido y divulgado, recuerda que en abril de 1810 «termina el sitio de Astorga y los franceses, una vez controlada la capital maragata, deciden enviar parte de sus tropas a Portugal para frenar el auxilio británico». «Es entonces, amparados en esa momentánea debilidad, cuando los españoles conciben la posibilidad de atacar León al creer que la guarnición francesa era mucho más escasa de lo que en realidad se encontraron, pues ascendía a unos 600 efectivos», continúa González.

Hechos y mitos

De acuerdo con el texto de este historiador, dos regimientos, el del Rivero y el 2º de Tiradores de Castilla, logran entrar en la ciudad el 7 de junio por la puerta del Malbar —detrás de San Marcelo, en el comienzo de la actual calle de Burgo Nuevo— pero son derrotados y expulsados por los franceses. «Aunque las fuentes aseguran que este episodio fue un enfrentamiento entre dos ejércitos regulares, la tradición interesada ha aceptado una participación grande en los hechos de los vecinos de León, con el único aval del libro de Honorato García Luengo León y su provincia en la Guerra de la Independencia, autor que, según destacó Patrocinio García, ‘carece de la buena costumbre de citar la fuente que emplea’».

Y así, por más que buscó, Óscar González no halló en los documentos ninguna referencia al corral de San Guisán, donde de acuerdo con el libro de Luengo, publicado en 1908, resistió un grupo de vecinos y soldados leoneses hasta ser exterminados, «y es de suponer que, de haberse producido allá un hecho tan importante, habría sido consignado en la época».

Sólo García Luengo, así pues, y en una obra de época tardía cuyo contenido hoy ha sido muy contestado y superado por la investigación histórica, habla de lo ocurrido en este rincón del barrio de Santa Marina, lo cual no fue obstáculo para que lograra instaurar una tradición que incluso llevó al Ayuntamiento a colocar allí una placa en honor «a los héroes de la Guerra de la Independencia en la gloriosa jornada del 7 de junio de 1810».

Más aún: González no sólo no encontró referencia alguna a la resistencia en San Guisán sino que se topó con la ‘inesperada’ acción de vecinos leoneses contra soldados españoles ante los robos que, según algunos testimonios, éstos perpetraron en ciertas casas. Siguiendo el texto del historiador astorgano, el boticario del Hospital de San Antonio Abad, Alonso Tomé, testigo de los hechos, no hace mención alguna a San Guisán y el coronel Félix Carrera, que comandaba el regimiento del Rivero, escribió: «Todos confirman el que los habitantes de León han obedecido ciegamente la orden del Gobernador francés de que los paisanos tomasen las armas y auxiliasen contra nosotros...». Y otro observador contemporáneo tan respetado, objetivo y nada sospechoso de afrancesamiento, Juan Antonio Posse, cura de San Andrés del Rabanedo, escuchó decir a ciertos soldados franceses que los españoles les habrían hecho prisioneros «de no ser porque el interés del enemigo había sido entregarse al saqueo».

Para sorpresa del sacerdote, el rumor de que los leoneses no sólo no habían ayudado a las fuerzas españolas sino que además las habrían atacado con agua hirviendo lo encontró Posse en un viaje posterior a tierras gallegas. Y de inmediato salió a defender el honor de la ciudad, acusando a los soldados nacionales de saqueadores.

«En cualquier caso, gran parte del periodismo y del leonesismo político han dado por buena la versión de García Luengo aunque sea a la que menos credibilidad conceden los historiadores, y así el Corral ha quedado en el imaginario leonés como un lugar para recordar un heroísmo que no fue tal», juzga González en un libro que se puede consultar en Internet, íntegro y de manera libre, a través de www.academia.edu .

 

Óscar González

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