Diario de León

PATRIMONIO

Una iglesia en ruinas y una herencia desaparecida

La iglesia de Valdavida está en tal estado que hace tres años se decretaron obras ‘urgentes’. No se han hecho por falta de dinero, aunque una mujer dejó en herencia dinero para esta parroquia, que alberga un espléndido retablo plateresco también en ruinas

Detalle del retablo principal de la iglesia de Valdavida, que fue desmontado hace tres años por su delicado estado, pero que no ha sido restaurado aún. DL

Detalle del retablo principal de la iglesia de Valdavida, que fue desmontado hace tres años por su delicado estado, pero que no ha sido restaurado aún. DL

León

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Las obras urgentes en León pueden esperar años. Hace mucho que la iglesia de Valdavida está en una situación crítica. En 2015, tras un diagnóstico atroz, se desmontó el retablo, una pequeña joya de estilo plateresco, y el Obispado acordó una intervención de emergencia. Pero la restauración nunca llegó. Los vecinos alertan ahora del desprendimiento de «un gran trozo del cañizo del artesonado», al tiempo que la grieta de la espadaña sigue agrandándose, como delatan los testigos de escayola colocados al efecto.

Sin embargo, «la obra no se hará este año». Así de claro es Máximo Gómez Rascón, responsable de Patrimonio de la Diócesis, quien asegura que «no hay peligro de desplome» y que «todo está controlado». Tampoco se ha tocado en tres años el retablo, cuya restauración asciende a 90.000 euros. La humedad, los repintes, la carcoma y el abandono a punto estuvieron de fulminar un espléndido altar dedicado a San Julián y Santa Basilisa, que el historiador Ramón Pérez considera de la llamada Escuela de León —que trabajó, por ejemplo, en San Marcos—; mientras Gómez Moreno, en cambio, lo atribuyó en su día a la escuela de Esteban Jordán.

Gómez Rascón asegura que «no hay dinero» y que las partidas destinadas a esta iglesia en los tres últimos convenios firmados entre el Obispado y la Diputación no alcanzan para iniciar los trabajos. «Es una obra de gran envergadura», dice. La Junta, pese a que los vecinos han pedido su intervención, se ha mantenido al margen.

Lo curioso es que una herencia podría salvar esta iglesia situada en el corazón de Cea, una de las comarcas más olvidadas de la provincia. El problema es que parece haberse esfumado.

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Hace tres años, un notario de Tarragona comunicaba a la parroquia de Valdavida que María Carmen Tejerina Fernández, nacida en 1932 en Medina de Rioseco y vecina de Barcelona, le dejaba en su testamento varios bienes. En concreto: un piso en Barcelona (en la calle Aragón), un apartamento en Benicasim (calle García Sangüesa), la participación correspondiente de un apartamento en Marbella (calle Ricardo Soriano) y la participación correspondiente de una cuenta en la Caixa —en la que se han ingresado las rentas que produce dicho apartamento—.

Esta mecenas, soltera y sin herederos forzosos, estipula que los pisos se venderán tras su muerte «a la mayor brevedad posible» y que el importe «se aplicará a la construcción de una capilla en la iglesia de Valdavida que tendrá una imagen de Jesús resucitado». También quiere murales que representen «el temor de Pedro en el lago Tiberíades» y una escena «del sermón de las Bienaventuranzas». Además, pide la creación de una zona ajardinada próxima a la capilla, donde se erigirá un monumento dedicado a la memoria de su padre (Simeón Tejerina).

Tras la comunicación notarial, nada más se ha sabido de la herencia.

La iglesia de Valdavida fue incluida por Hispania Nostra en su Lista Roja en 2013, por el delicado estado en el que se encuentra. El retablo de Valdavida, tras doce años de espera, entraba en 2015 en la ‘uvi’ del Centro de Conservación del Patrimonio, ubicado en el Seminario Mayor. Era, en teoría, la primera fase de una intervención que obligará a restaurar gran parte de la iglesia, donde los estragos son visibles. La restauración del retablo será una labor ardua y lenta. Ya pasó por la cámara de desinsectación, pero no se ha tocado. El retablo, una vez reparado, no volverá a colocarse delante de un muro de adobe en estado tan ruinoso que «resulta increíble que no se haya caído». No se ha desplomado porque, «curiosamente, no estaba apoyado en la pared, sino sujeto a dos vigas laterales».

El abandono y las humedades han ido borrando a los personajes de este retablo de tres cuerpos de cinco calles. Otros, además, se han oscurecido por el paso del tiempo y, los más desafortunados, han sido víctimas de varios repintes.

Hispania Nostra denunció también el estado de los retablos laterales, dañados por efecto de las humedades e insectos silófagos. La iglesia parroquial de Valdavida fue construida en el siglo XIII, aunque la espadaña fue reedificada en el siglo XVIII, como consecuencia de los desperfectos que sufrió en el terremoto de Lisboa de 1755. La iglesia se encuentra adosada a un pequeño cementerio con dos portales. Una vez en el interior, la cancela, realizada en madera con la Cruz de la Orden de San Juan de Jerusalén (Orden de Malta), da la bienvenida a este auténtico museo de retablos: hay cinco altares renacentistas del siglo XVI.

LOS SECRETOS DE LA IGLESIA

El gran enigma de la iglesia es si bajo un falso techo se esconde el artesonado original, del siglo XVI. Para ser exactos, dos artesonados. Uno, de casi 300 metros cuadrados, sobre la nave; y otro, en la cúpula sobre el retablo.

Otro de los misterios de la iglesia está relacionado con la Orden de Malta. El descubrimiento del pendón concejil de Valdavida sacó a la luz dos secretos guardados durante siglos. El primero de ellos, que la localidad posee el único pendón blanco de la provincia. El segundo, consecuencia del anterior, es que este ‘estandarte’ es una versión invertida del escudo de la Orden de Malta. Mientras la bandera de esta orden es de paño rojo con la cruz octógona blanca, el pendón de Valdavida es el ‘negativo’; es decir, la cruz es roja sobre tela adamascada blanca. No es sólo una rareza, sino la prueba de que la pequeña localidad leonesa fue cabeza de encomienda, es decir, un territorio sujeto a la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, en la que residiría el comendador. El hallazgo es fruto de un cúmulo de casualidades. La historia se remonta a 2009, cuando Ramón de Poza, vecino de Valdavida, localiza el pendón del concejo escondido en la torre de la iglesia. Estaba enrollado sobre su vara y su estado de conservación era bastante deficiente. Por cuestación popular, el pueblo confeccionó una réplica.

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