Diario de León

Instagram ‘canibaliza’ a la autora Marta Sanz

Marta Sanz. MARTA PÉREZ

Marta Sanz. MARTA PÉREZ

Publicado por
Miguel Lorenci
León

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Marta Sanz (Madrid, 54 años) publicó Primeras mujeres rojas en pleno estallido de la pandemia. El confinamiento frenó en seco la promoción de la novela y la autora, muy crítica con las redes sociales, inició una aventura en Instagram para tratar de conectar con sus lectores. Fruto de aquella contradictoria iniciativa es Parte de mí, (Anagrama), un diario originariamente digital en el que la escritora conjura sus miedos y comparte sus inquietudes a lo largo de ocho meses.

«Instagram ha sido una mina. Me ha permitido mezclar palabras e imágenes, conectar con el lector, romper la burbuja y explorar nuevas sendas narrativas.

Me ha canibalizado, en cierta manera, pero yo también lo canibalizo llevándole la contraria», dice. «Lo hago alargando las historias y reivindicando el derecho a la lentitud, a reflexionar y escribir despacio para que la inercia la vida cotidiana no te no te arrastre en tiempos de vértigo digital», explica risueña la autora en una comparecencia virtual y presencial desde Barcelona.

Debió vencer todas sus reticencias sobre la parte oscura de las redes y la sobreexposición de la intimidad, a las que acabó sacando partido. «Soy irónica y muy crítica con las redes, que están cambiando nuestra manera de pensar, y no precisamente para bien», asegura. Pero celebra, por otro lado, haber descubierto «un fabuloso campo de experimentación artística y de nuevos modos de representación». «He perdido el miedo y los resultados han sido provocadores para mi y para el lector», se felicita.

Celebra su editora, Silva Sesé, que Sanz haya convertido en «alegre, divertido y cordial» un libro que se presumía triste y duro «al tocar teclas muy íntimas que llegan a todos los lectores». «El sentido del humor ha sido un medio salud para mí, para los lectores y para el diario», dice la escritora, preocupada «por mis padres y por mis familiares sanitarios». Unas congojas «a las que no me podía sobreponer».

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