Diario de León

Antonio T. Reguera, profesor de Geografía Humana

«Jovellanos teorizó mucho sobre la idea actual del León logístico»

El profesor de Geografía Humana de la Universidad de León Antonio T. Reguera ha descubierto tres poderes notariales otorgados por Jovellanos durante su estancia en León camino del destierro. El ilustrado asturiano «veía a León en su época desempeñando la función de cuello de ampolleta en un reloj de arena"

Ponferrada

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El profesor de Geografía Humana de la Universidad de León Antonio T. Reguera ha descubierto tres poderes notariales otorgados por Jovellanos durante su estancia en León camino del destierro. El ilustrado asturiano «veía a León en su época desempeñando la función de cuello de ampolleta en un reloj de arena».

—¿Qué aporta esta investigación suya a la biografía de Jovellanos?

—Se trata del descubrimiento de unos documentos muy concretos, pero, a mi juicio, de gran interés. Son tres poderes notariales otorgados mientras estaba detenido en León. Vivía una situación excepcional en su vida, y hasta ahora se desconocía totalmente qué ocurrió durante los diez días que permaneció en el convento de los Descalzos de León, atendido por la pequeña comunidad de frailes y custodiado por el regente de Asturias y el cuerpo de guardia que había realizado la detención.

—¿Por qué fue detenido en León?

—En realidad no fue detenido en León. La detención se produjo en su casa de Gijón, en la madrugada del 13 de marzo de 1801. Pero la orden era sacarle inmediatamente de Asturias. La noticia se propagó con gran rapidez y hubo amagos de levantamiento popular. El mismo Jovellanos pidió que se calmaran los ánimos. Los captores llegaron con Jovellanos a León el día 17, donde permaneció aislado los diez días señalados. Todo indica que el Gobierno estuvo ganando tiempo para decidir cuál sería el lugar de destierro. Decidió que el viaje de la comitiva continuara hasta Barcelona el 28 de marzo. Desde este puerto fue embarcado para Mallorca, su destino definitivo, donde estuvo recluido, primero en la Cartuja de Valldemossa, y después en el Castillo de Bellver.

—¿Por qué entregó esos tres poderes notariales y por qué a esas personas en concreto?

—Jovellanos era muy consciente de lo que representaba en el mundo intelectual de la época; e igualmente de su influencia social y política. Sabía dónde estaban los núcleos de poder dispuestos a reprimir y silenciar su obra y su persona: algunos obispos, la Inquisición, el ministro José Antonio Caballero que le sustituyó en el de Gracia y Justicia, Godoy y, tal vez, la principal opositora, la reina. Entendió, en consecuencia, que la detención y el destierro que se habían iniciado abrían una situación impredecible, de modo que debía dejar convenientemente atendidos y representados sus intereses y obligaciones. Las mayores responsabilidades se relacionaban con la tutela de una menor por legación testamentaria, debiendo atender a su supervivencia y a su educación; con la financiación, también administrando una herencia, de una Escuela de niños pobres en Gijón, mediando un pleito complicado con supuestos herederos; y lógicamente con todo lo relativo al cuidado y administración de su familia, de su casa y de su hacienda. Tras la muerte de su hermano mayor, él ostentaba el mayorazgo familiar. Las tres personas receptoras de los poderes, Nicolás Ramón de Sama, José Valdés Flórez y Juan Arias Saavedra, respectivamente, acreditaban una profunda amistad con Jovellanos, considerándoles en estos momentos de su máxima confianza.

—¿Puede decirse que es también un testamento vital, porque usted dice que Jovellanos no confiaba en que la situación fuera reversible a corto plazo?

—Formalmente no se trataba de un testamento. Decía en la pregunta anterior que la situación era impredecible. Jovellanos era consciente que se estaba vulnerando cualquier fundamento de lo que en esos momentos se podía entender como el Estado de derecho. La detención se apoyó en una delación anónima. Nunca se formalizó acusación alguna ante un Tribunal, ni podía haber, por tanto, proceso, ni defensa, ni enjuiciamiento, ni sentencia. Era un proceder arbitrario y represor que Jovellanos denuncia ante el Rey en dos Representaciones que si le llegaron, no tuvieron respuesta. ¿Cuánto duraría la situación?; lo dicho, era impredecible.

—¿Sigue vigente hoy la figura de Jovellanos en el siglo XXI?

—Por supuesto. La figura de Jovellanos es portadora y representa valores universales. Es un clásico, en el sentido genuino del término; por tanto, de valor intemporal. Reconoce sus raíces en el mundo de la Antigüedad, cuando el pensamiento racional es capaz de impulsar la revolución filosófica y científica de la Grecia clásica. En su tiempo este clasicismo adopta la expresión de un radical antropocentrismo, cuyo cuadro parental aparece dibujado en la filosofía kantiana. Jovellanos rechaza los procedimientos agresivos y violentos contra los referentes del Antiguo Régimen, dioses, reyes y señores, pero defiende que el hombre ha de ser el referente de sí mismo. Y solo así se podría entender el ascenso en su época de ideas como la libertad individual y de mercado, los regímenes parlamentarios, la sociedad contractual y el Estado tutelar y promotor. Una síntesis entreverada de estas condiciones debía traducirse en la idea de progreso que sostiene, válida para cualquier época.

—¿Tuvo algún papel determinante para León como eje de las comunicaciones del Noroeste?

—Sin duda. Sobre la idea actual del León logístico, Jovellanos teorizó ampliamente en su época, y trabajó con dedicación años arbitrando medidas concretas. Veía a León en su época desempeñando la función de cuello de ampolleta en un reloj de arena. La arena (mercancías) de la Meseta debía pasar por el conducto leonés hacia Galicia y los puertos asturianos y cántabros; y lo mismo si invertimos la posición del reloj, que en este caso, más que controlar el tiempo, lo que hace es ordenar el espacio. Como intervención concreta, él dirigió por nombramiento real la Comisión caminera encargada del camino real Asturias-León, por fases: Gijón-Oviedo, Oviedo-Pajares, Pajares-León.

—¿Qué diría hoy, si se puede hacer esta valoración de lo que está pasando con la España vaciada, Ave, variante de Pajares?

—Que Pajares debía ser la prioridad de paso en las comunicaciones con la Meseta no tenía dudas. Era el puerto más expedito en pleno invierno, y no tanto por la cantidad y permanencia de la nieve, sino porque era el único que disponía del servicio o prestación de la espala, que era una especie de facendera vecinal para su limpieza. En cuanto a los medios y soluciones técnicas relacionadas con el ferrocarril es difícil imaginar cuál podría ser su percepción precisa. De la España vaciada, con otras palabras, habló sin tregua durante toda su vida de viajes y estudios sobre la relación entre la población y el territorio. Defendía con insistencia el modelo de dispersión del poblamiento. Era este el modelo natural de la España atlántica, fuertemente determinado por el clima. ¿Cómo generalizarlo en la España interior y mediterránea? Si el agua no cae del cielo, el hombre la puede sacar de los ríos. Regar era poblar; y poblar debía ser el objeto primordial de cualquier política. Ya existían excelentes modelos en los regadíos tradicionales de Valencia y Murcia, por ejemplo; y en los de reciente creación, inducidos por los Canales de Castilla e Imperial de Aragón. Lógicamente era partidario de embridar el crecimiento espontáneo y sin fin de las ciudades.

—¿Quedan muchas cosas por saber de la figura de Jovellanos?

—Tal vez muchas no, pero seguirán apareciendo documentos de gran interés. En los cuatro volúmenes de sus Obras Completas que forman el Epistolario, son varios cientos de cartas que, sabiendo de su existencia, aparecen como «perdida». Lo mismo puede ocurrir con los diarios de algunas épocas, que puede ser que no existan, pero también que no los conozcamos; y con todo tipo de escritos.

—¿Su relación con León?

—Seguiremos descubriendo cosas. Su relación con León fue muy intensa. En primer lugar, por la cuestión del Camino. También le interesó el patrimonio histórico-artístico y documental, de gran riqueza, en la ciudad y en el Bierzo. Por último, debido a las relaciones personales y familiares. En León había un grupo de ilustrados con los que se reunía haciendo parada en sus viajes. Con ellos puso en marcha la Sociedad Económica de Amigos del País. Una sobrina suya estaba casada con el Intendente, que era su principal interlocutor para buscar financiación para el Camino en la parte leonesa; y ello hacía de la estancia una relación familiar. Finalmente, sabemos que mantuvo algún tipo de relación durante años con una dama, La Ramona, con la que estuvo a punto de casarse.

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