Diario de León

La joya silenciosa neocubista de San Claudio

En el corazón del barrio de San Claudio su iglesia tiene una obra maestra en forma de mural que abarca todas sus paredes. Del pintor sevillano Alfonso Fraile, su valor hace que sea ahora reivindicada como una muestra única del siglo XX.

Lauro Pérez y Anesio Iglesias, responsables de San Claudio. M. P.

Lauro Pérez y Anesio Iglesias, responsables de San Claudio. M. P.

León

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Está ahí su firma, a la derecha del altar. Abajo. Alfonso Fraile, 1957. Tenía pues 27 años cuando dejó en León, en la iglesia de San Claudio, una obra monumental que recorre todas sus paredes. Cuentan que estuvo más de un mes aquí, manos a su obra de arte, para ejecutar lo que ahora envuelve a quien entra en esta iglesia en el corazón del barrio. No hay misa en este instante, pero en el silencio, lo que pintó es un relato inmenso. David Marcos Rodríguez, un lector de este periódico, es uno de los que pone de actualidad a Fraile: «Es verdaderamente importante que se comience a poner en valor esta obra de Alfonso Fraile, ya que la trayectoria del artista es vital para la historia del arte contemporáneo, tal y como se reflejó en la retrospectiva que le dedicó el Museo Reina Sofía entre los años 1998 y 1999», dispara con acierto. Y es que, antes de entrar aún más a lo que hay en la iglesia, los datos son incontestables: Alfonso Fraile (Marchena, Sevilla, 24 de enero de 1930-Madrid, 23 de enero de 1988) fue Premio Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura en 1983. El Museo Español de Arte Contemporáneo en Madrid le dedicó una retrospectiva en el año 1985. El periódico El País , cuando murió, tituló: Murió el pintor Alfonso Fraile, renovador de la vanguardia . En definitiva, en el silencio de la iglesia de San Claudio hay un clamor artístico que lleva su firma, la de uno de los máximos exponentes de la Nueva Figuración Española.

El guion sería y es circular. Porque solo en el hecho en sí de estar, la historia transcurre alrededor del espectador. Con Lauro Pérez Luengos y Anesio Iglesias, sacerdotes responsables de la parroquia como perfectos y amables maestros de ceremonia, todo cobra explicación histórica, religiosa y artística. Porque lo que se ve en una visita a San Claudio es una historia que desmiente que de Madrid al cielo. Alfonso Fraile se encargó de que el cielo esté en las paredes de este templo. Iglesias entonces es cuando comienza una rápida explicación que tiene todo lo visual, espiritual y sensorial que quiso pintar el artista sevillano.

Pero antes es recomendable dejarse escuchar por lo que cuenta el silencio elocuente desde dentro de la Iglesia de San Claudio, rodeada de neocubismo por todas partes. Surge el relato con nombres propios leoneses que trasladan a Sevilla, porque la iglesia de San Claudio data de 1957. Paz Fernández Peña encargó el proyecto de su edificación a Ramón Cañas del Río.

Santa Teresa

Anesio Iglesias explica que desde un prisma general, que esta obra lo necesita y mucho, aparece una dedicación a la santa castellana Santa Teresa. Y se representan diferentes frailes, músicos, ángeles... Pero en otro punto de sus paredes se recrea el bautismo de Jesús.

Prosigue el sacerdote contando cómo se puede ver la Asunción y canonización de la Virgen llevada por los ángeles. Con conexiones locales como los santos mártires de finales del siglo III. Y cómo hay, de igual forma, otra alusión local al convento de los benedictinos que hubo en este barrio y que, de hecho, da nombre a varias calles de San Claudio. O también se representa el enterramiento de San Ramiro.

En definitiva, una obra monumental de gran riqueza expresiva y narrativa, en un neocubismo que es reconocible.

Y resulta, que en el silencio de la iglesia de San Claudio aflora la música, como unidad, en el canto. «Será la imagen del cielo, donde todos vamos a estar», dice Anesio Iglesias. Así se ve en la parte trasera de la iglesia a un ángel con las llaves, que será San Pedro. O San Juan con el cáliz, San Antonio de Padua con el niño Jesús... «Diríamos que el resto son ángeles anónimos que cantan alabando a Dios», añade.

Y es al salir a la calle cuando se puede pensar que en San Claudio, vía David Marcos, lector erudito, se alcanza el cielo.

 

Lauro Pérez y Anesio Iglesias, responsables de San Claudio. M. P.

 

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