Diario de León

Jular desciende a los infiernos

El veterano pintor leonés muestra a partir del jueves un centenar de relatos pictóricos en el Museo de León .

Una de las obras de la exposición ‘Descensus ad Inferos’, que el artista leonés Jular inaugura el jueves en el Museo de León con obras de los últimos cuatro años.

Una de las obras de la exposición ‘Descensus ad Inferos’, que el artista leonés Jular inaugura el jueves en el Museo de León con obras de los últimos cuatro años.

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marcelino cuevas | león
León

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El veterano pintor leonés Manuel Jular no quiere, y hace muy bien, realizar una gran exposición retrospectiva de su obra. En este momento su actividad está en plena efervescencia y aún no es hora de mirar atrás sin ira. Nadie conoce qué misteriosa fuerza, qué superpoder milagroso, han encontrado estos clásicos de las artes leonesas para seguir en la brecha como si los años no pasaran por ellos, como si el tiempo se hubiera detenido y sus capacidades creativas permanecieran eternamente frescas, sin que ni las bonanzas o las tormentas puedan erosionarlas.

El maestro Jular, que diría Juan Carlos Uriarte, ahora se mancha menos, el cambio de los pinceles y brochas por el limpio ratón del ordenador, le permiten hacer eso que se ha dado en llamar pintura sin pintura y no necesita un salvador guardapolvo para realizar su tarea. Pero eso no impide que su trabajo sea cada vez más profundo y, posiblemente, más pictórico. Dice el artista que su aparición en el Museo de León, donde estrena exposición a partir del jueves, no significa que su figura esté ya para museos, sino que ha encontrado en él «un espacio suficientemente grande para la enorme cantidad de obra que quería exponer. En Descensus ad Inferos, he querido meter todo lo que he pintado o digitalizado, que de las dos maneras puede decirse, durante los últimos tres o cuatro años. Es un resumen de las líneas en las que he estado trabajando intensamente y no tendría espacio suficiente para mostrarlas en otro lugar. Exponer estos cuadros por partes no tendría sentido. Además quería mostrarlo todo de una vez y pronto, ya que cada día hay más gente que, gracias a la difusión por internet, toma nota de lo que hago y surgen más artistas digitales que se parecen mucho a Manuel Jular».

Un contador de historias. Jular es un gran intelectual y, sobre todo en los últimos tiempos, ha dejado un poco de lado la expresión a través de las emociones, de los sentimientos que producen los colores y las formas por sí mismos, para contar historias en las que pretende incluir una infinidad de citas a sus saberes clásicos y, sobre todo, al mundo de la música, que será siempre su gran asignatura pendiente y su afición más destacada. Para algunos críticos esta acumulación de datos, de referencias eruditas, hace que su trabajo pierda algunas de las cualidades que le caracterizaron durante la segunda mitad del siglo pasado. Dice Jular que, «en cualquier caso, pintar con las manitas manchadas de pintura no he pensado hacerlo de ninguna manera. Es cierto que entrando en los terrenos antiguos de mis pinturas y de los restos artísticos clásicos que he admirado en mis últimos viajes, sobre todo por tierras italianas, me encontrado con elementos que son pictóricos en cosas muy contadas y que de alguna manera convierten mis trabajos en una forma de relato en ocasiones casi filosófico. Pintando lo que de verdad se siente uno no se equivoca nunca».

¿Qué quiere contar Jular en el centenar largo de cuadros que expone en el Museo de León? Quizá ni él mismo lo sepa. «Estos cuadros resumen muy bien mi visión de la pintura y de la vida desde la óptica der un ser humano que a estas alturas tiene vivencias para dar y regalar. Hay una serie que llamo Jáculas, máculas y al revés , que está formada por maculaturas y jaculatorias, lo de Jáculas, máculas, es un cachondeo sinfónico. Después de eso he hecho cosas ligeramente más figurativas, porque comencé a trabajar sobre elementos de la cultura siciliana e italiana en general. Sobre cosas que tenían que ver con eso que Luis Grau llama descenso a los infiernos. Total, que al final me encontré con que tenía tres o cuatro series que eran relativamente parecidas, relativamente museables, por su relación con lo que atesoran otros museos del mundo, y que tenía sentido juntarlas. Además, he realizado algunos cuadros que tienen como protagonistas piezas que se guardan en el Museo de León, como el magnífico Cristo de Carrizo».

Presencias inevitables. Y, naturalmente, en la obra de Manuel Jular hay tres presencias inevitables: una ácida ironía, infinidad de citas y referencias a la música, y un toque amargamente político. «La música está siempre muy presente en mi obra porque es algo con lo que habitualmente convivo. La música y yo estamos juntos durante muchas horas cada día. La ironía es una forma, como otra cualquiera, de intentar que el estrés no le mate a uno. También conservo una cierta relación con la política, que está contada con los elementos pertinentes… en mis cuadros hay monos, monos que andan mezclados con los humanos y con ídolos más o menos religiosos, con toda esa gentuza. Lógicamente la política tiene mucho que ver con eso», afirma.

Posiblemente a modo de justificación ante sí mismo, el artista escribe en el catálogo de la muestra: «Mi confianza en el género humano se tambalea. Por eso estas láminas son, en cierto modo, un ajuste de cuentas y por ello la explicación va a ser tan incompleta como lo es el propio catálogo de personajes que viven en ellas. En estos devaneos mentales empezaron a cuajar estas obras de técnica cimarrona y significado mulato. Ahistóricas y ucrónicas, teñidas de leyendas, citas plásticas y préstamos de lo antiguo. No están en riguroso orden ni creo que lo necesiten. Tampoco son caóticas aunque lo quisieran. Pido comprensión para el humor. La ironía no pudo salvar a Swift de la cárcel, ni a Sócrates de la cicuta, pero al menos libera mis arterias de un exceso de presión. Y por una vez acompaña estos dibujos una necesidad casi angustiosa de hacer de ellos pública exportación. Los «videntes» de estas mis visiones tendrán que perdonar la parte oculta de mis pensamientos. O inventarla por mí».

Lugar: Museo de León. Edificio Pallarés. A partir del jueves.

Horario: de martes a sábado, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00; festivos, de 10.00 a 14.00.

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