Diario de León

MARÍA SÁNCHEZ POETA Y VETERINARIA

«La España rural no necesita que los escritores la rescaten»

Sánchez presenta hoy en León su ‘Cuaderno de campo’. ARCHIVO

Sánchez presenta hoy en León su ‘Cuaderno de campo’. ARCHIVO

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León

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Lugar: Biblioteca Padre Isla.

Hora: 19.30.

e. gancedo | león

«Oír fandangos mientras las ovejas van/ tras sus corderos/ Rebuscar con los dedos las raíces/ Ofrecer a los tubérculos los tobillos/ Convertir la voz en ternura/ y en presa/ Prometerme una y otra vez/ que nunca escribiré en vano/ un libro con las mismas manchas». Así es Cuaderno de campo . Huele a leche y a tierra, a sangre y a agua, y a vida que palpita, se mueve, se daña o se desgarra. María Sánchez (Córdoba, 1989), veterinaria y poeta, presenta hoy en la biblioteca municipal de la avenida Padre Isla, 57, su celebrado y muy reeditado debut que publica La Bella Varsovia.

—Todos los libros suelen tener su pequeño ‘big-bang’, esa semilla que finalmente explota en forma de párrafos o versos. ¿Cuál fue el germen de ‘Cuaderno de campo’?

—La semilla del libro siempre ha estado ahí, latiendo, esperando poco a poco que decidiera plasmarla en el lugar adecuado para germinar: mis abuelos, los libros de Veterinaria y las fotos que hacía mi abuelo de sus operaciones en vacas y burros, el huerto y las aceitunas de mi abuela, las conversaciones con ganaderos y pastores, las cosas que me cuenta mi madre de su infancia, todo lo que me ha enseñado mi padre... mi día a día en el trabajo y con mi familia.

—¿Qué le ha influido más a la hora de modelar su estilo y temáticas? ¿La enseñanza de los mayores, o las lecturas de textos clásicos y no tan clásicos?

—Un poco de todo. Este libro bebe de detalles que van desde historias que me cuentan mis ganaderos y ganaderas hasta de libros antiguos sobre cuidado de encinas. Hay uno que en especial fue un poco el detonante que hizo que me decidiera de una vez por todas: un libro sobre Bioquímica de mi abuelo. Me encantaba porque cada capítulo se iniciaba con una cita literaria. El primero empezaba con la cita de uno de mis escritores favoritos, Shakespeare. También hay mucho de él en Cuaderno de campo . Y literatura portuguesa: Maria Gabriela Llansol es uno de mis referentes.

—¿Cree que un refrán, una canción, un romance, populares, son también literatura?

—Sí. De hecho creo que es una tarea pendiente con la que tenemos que ponernos de una vez. El otro día descubrí que la RAE no contempla la acepción que todo el mundo del medio rural conoce de la palabra muladar. Me dio mucha pena. Probé con palabras que oigo a menudo en mi trabajo y pasaba lo mismo, algunas ni siquiera existían. Tenemos que sacar de la sombra esa cultura tan valiosa que lleva intrínseca nuestro medio rural. Ahora ando con un proyecto que se llama Majada y va un poquito de eso: de sacar a la luz palabras y costumbres que siempre han estado ahí pero que se les ha dado de lado. Me interesa, en especial, contar la historia de las mujeres. Siempre han venido de fuera a contar sobre el medio rural, creo que va siendo hora que empecemos a contar nosotras, que otra narrativa es posible.

—¿Cuál era en principio su objetivo fundamental, por qué darlo a la imprenta?

—Si te soy sincera, siempre he sido una persona un poco atormentada que estaba en el lado de las ciencias pero que amaba la literatura y que desde el colegio, incluso desde la facultad y de mi familia, me decían que no perdiera el tiempo en escribir, que lo que tenía que hacer era estudiar y dedicarme a la Veterinaria. Para mí, ciencias y letras es un todo, y este libro, aparte de una despedida a mis abuelos, también es una manera de reivindicarme, una especie de carta de presentación, una anotación en el camino y en la vida, por así decirlo, para continuar.

—Medio rural y literatura tienen muchos vasos comunicantes, dejando de lado, por supuesto, lo bucólico y el pastoril, que no es el caso. Ahí están, sin ir más lejos, los títulos de Julio Llamazares. ¿Qué le parece la cantidad de libros que están surgiendo en torno al campo?

—Llamazares es uno de mis escritores favoritos y La lluvia amarilla , para mí, marcó un antes y un después en mi vida. Me parece genial que se visibilice, pero me entristece que la mayoría de estos libros respondan a una moda y sean escritos, en su mayoría, por hombres que no tienen relación con el medio rural (ni viven ni trabajan en él) y que viven en grandes ciudades como Madrid. Como te contaba, creo que va siendo hora de que sean otras personas las que cuenten y escriban sobre el medio rural. Me hizo mucha gracia, hace poco, un titular que decía algo como: «Una nueva literatura, al rescate del medio rural». Nuestra España rural no necesita que los escritores la rescaten. Necesita tener los mismos servicios y el acceso a ellos que tienen todos los que viven en ciudades. Y necesita que sus habitantes cuenten su historia, fuera de ese punto bucólico y ese paisaje plano en el que muchas veces nos enmarcan. No somos granjeros, como nos describió un escritor hace poco en su libro sobre la despoblación (no he oído a nadie del campo ni en mi día a día usar esa palabra) en este país somos agricultores, ganaderas, pastores, jornaleras, campesinas, aceituneras...

—Veterinaria, escritora, conferenciante... ¿de dónde saca el tiempo? ¿O es que en el campo corre de otra manera?

—Pues nunca paro. Me suelo levantar a las seis todos los días, luego llega el viernes y estoy muy cansada, pero no lo puedo evitar. Me encanta mi trabajo, es lo primero. Luego en fines de semana suelo escribir, pero poco. A veces me gustaría tener más tiempo, pero no podría dejar de ir al campo. Porque sí, el campo tiene sus tiempos y sus nanas, otras formas de escribir y de cantar. La tierra y los animales poco entienden de inmediatez.

—¿Crees que el campo, como la poesía, tiene futuro?

—Muchísimo, más nos vale. No puedo imaginar un mañana sin el medio rural, sin esas manos que cuidan: esa ganadería extensiva y sus pastores, dando forma al paisaje y a nosotros. Esa simbiosis casi mágica del hombre, medio y animal.

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