Diario de León

«La lengua nos ha venido a buscar»

Los novelistas Luis Mateo Díez y José María Merino, y los lingüistas José Antonio Pascual y Víctor García de la Concha ya son doctores Honoris Causa por unas vidas dedicadas al cultivo y al estudio del idioma.

Los nuevos doctores, antes de ser investidos como tales, ante el mural que recuerda a San Isidoro, célebre erudito y doctor de la Iglesia.

Los nuevos doctores, antes de ser investidos como tales, ante el mural que recuerda a San Isidoro, célebre erudito y doctor de la Iglesia.

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e. gancedo | león
León

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No puede decirse que Luis Mateo Díez, José María Merino, Víctor García de la Concha y José Antonio Pascual hayan ‘regresado al aula’ porque en realidad nunca se fueron de ella. El hecho resulta meridiano en el caso del último, catedrático de Lengua Española en la Universidad Carlos III, pero el magisterio de García de la Concha en numerosos centros académicos resulta bien conocido, así como las habituales visitas de los dos primeros —puntas de lanza de la novelística leonesa y del mundo hispánico—, a universidades, institutos y colegios de todo el país y de fuera de él inoculando el amor por la lectura a centenares de estudiantes.

Ayer, la Universidad reconocía la dilatada labor de estos cuatro apasionados del idioma con otros tantos doctorados Honoris Causa. El solemne acto de investidura tuvo lugar en el Aula Magna San Isidoro del pabellón El Albéitar y estuvo presidido por el rector, José Ángel Hermida.

«Es un honor enorme que la Universidad de León nos distinga como doctores Honoris Causa —transmitía ayer Luis Mateo Díez justo antes de comenzar el acto—. Uno siente, en estos momentos, no tanto el reconocimiento personal como el reconocimiento a lo que has hecho a lo largo de mucho tiempo, y que en mi caso no es otra cosa que una obra literaria a lo mejor más larga de lo debido. Soy un escritor prolífico, de esos que todavía mantienen el reto de seguir escribiendo, y me da la impresión de que esta cosa tan inmerecida me llega en el momento medio de mi camino, creo que todavía voy a dar mucha guerra...».

Unidad panhispánica

Por su parte, el actual director del Instituto Cervantes, el asturiano de Villaviciosa Víctor García de la Concha —casado en la localidad de Carrizo de la Ribera—, reflexionó: «Creo que el mérito que la Universidad de León haya podido ver en mí, al igual que en José Antonio Pascual, es llevar medio siglo sirviendo a la lengua española en su estudio, investigación y enseñanza, y después como miembro de una institución tan preclara como es la Real Academia Española, que durante tres siglos ha servido a la lengua y actualmente la está sirviendo, preocupándose fundamentalmente de su unidad, y a eso se ha añadido, como una posdata, mi servicio en el Instituto Cervantes. Creo que también habrá tenido algo que ver mi condición de leonés adoptivo, por matrimonio; son casi 50 años de avecindamiento en esta tierra, y pienso que esas dos cosas son las que han movido a la Universidad de León, tan generosamente, a concederme un doctorado que me enorgullece y que agradezco de todo corazón».

Le siguió el salmatino José Antonio Pascual, también miembro de la RAE como sus compañeros de doctorado, quien se adhirió a las palabras de quien fuera director de esa institución durante doce años: «Digo exactamente lo mismo que Víctor García de la Concha. La lengua nos ha venido a buscar. Y la verdad es que hemos aceptado el reto de servirla, en nuestro trabajo en la universidad y en la Academia». «Es verdad que yo me inclino por lo más aburrido —comentó con humor—, por ejemplo por esos documentos leoneses, de la Catedral, de Sahagún... que están escritos en latín, en aquel latín del siglo X y del siglo XI en el que también estaba aflorando el romance. Y aunque mi trabajo sobre la lengua sea más aburrido porque se fija más en lo histórico, creo que García de la Concha y yo tenemos en común ese placer de haber sido, de verdad, atraídos, en toda nuestra vida, en toda nuestra investigación, por la lengua. Es esa pasión la que, creo, se está reconociendo hoy en este lugar».

Por último, el novelista José María Merino argumentó que, aparte del honor, «tan estimulante, que supone este doctorado honorífico, creo que hay en el acto un elemento simbólico muy interesante, porque en un momento en el que las noticias son tan tristes y pavorosas en todos los sentidos, que la Universidad de León celebre las letras y la lengua con este acto, yo creo que es esperanzador y muy interesante para todos. Es un hermoso símbolo».

Tras la imposición de medallas y birretes, el rector cerró el acto, al que acudió nutrida representación política y social, con unas palabras de gratitud a los nuevos doctores «que constituyen parte de una generación memorable. Continúan la tradición de otros orfebres de la palabra que han forjado el prestigio literario de estas tierras o de filólogos cuyo plasma pudo ser transfundido a las venas de esta Universidad aportando nutrientes esenciales para su desarrollo». José Ángel Hermida recordó el sólido vínculo que los nuevos doctores han adquirido con la Universidad de León, pues son «consagrados escritores ligados por fuertes vínculos científicos y afectivos a esta institución; han sido fuente nutricia y foco de dirección para muchos de nuestros investigadores y maestros con su obra, con su palabra, con sus orientaciones y con su ejemplo».

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