Diario de León

León se cuelga las joyas faraónicas

El Museo Liceo Egipcio trae a La Virgen del Camino collares, pendientes y amuletos egipcios de 2.600 años.

Beatriz Cañas, directora del Museo Liceo Egipcio, luce una gargantilla original egipcia de 2.600 años y pendientes a juego.

Beatriz Cañas, directora del Museo Liceo Egipcio, luce una gargantilla original egipcia de 2.600 años y pendientes a juego.

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Lujo, poder y magia. Las joyas de los faraones llegan ahora al Museo Liceo Egipcio de La Virgen del Camino. Collares, pendientes y amuletos que destilan el misterio de una de las civilizaciones más sorprendentes. El color, los materiales y el estilo de las alhajas permite realizar un recorrido por las dinastías y clases sociales del antiguo Egipto.

Son piezas de oro y fayenza (material cerámico de apariencia vítrea muy usado en el Antiguo Egipto) extraídas de excavaciones arqueológicas. Una colección de más de una decena de piezas procedentes de museos de Nueva York y Londres, en la que destacan tres gargantillas de oro de 22 quilates y cuentas de fayenza verde, azul y marrón, con sus pendientes a juego, «reconstruidos por un anticuario neoyorquino», explica el egiptólogo Raúl López, que dirige el museo junto a la arquitecta Beatriz Cañas.

Las joyas están datadas en la época de la reina Cleopatra (dinastía ptolemaica), como un collar de piedras azules; así como de la etapa persa, entre el 600 y el 300 antes de Cristo, entre los que llama la atención un colgante con forma de babero. En otra de las vitrinas del museo se muestra un collar sencillo que permite contrastar los adornos que lucían las mujeres de las clases humildes frente a la fastuosidad de las joyas de las nobles egipcias.

Amuletos sexuales

La nueva colección de uno los museos más originales de León se completa con más de una veintena de amuletos-joya. «Los padres egipcios protegían a sus hijos cuando empezaban a salir del hogar con una pequeña piedra de fayenza azul que ahuyentase los malos espíritus», cuenta Raúl López.

Amuletos mágicos con forma de pene, con los que perseguirían favorecer la actividad sexual de los hombres; escarabajos de la suerte, con conjuros mágicos; ojos de Horus; diminutas figuras de dioses... Para los que no sean supersticiosos hay que confesar que algunos de estos amuletos aparecieron entre los vendajes de algunas momias.

Para concluir el itinerario por la joyería egipcia, hay una vitrina con objetos que recrean Egipto desde la perspectiva occidental, en la que se exponen alhajas inspiradas en el país del Nilo, como un curioso broche de plata estilo Art Decó, en el que el orfebre fusionó tres culturas antiguas, la egipcia, la ibérica y la mesopotámica.

La costumbre de enterrar a los faraones, sacerdotes y altos dignatarios con sus ajuares y joyas ha permitido conocer la sofisticada joyería egipcia, que se remonta a 5.000 años antes de Cristo. Las joyas no eran sólo un mero adorno, sino que simbolizaban un determinado rango u oficio, se otorgaban como reconocimiento a civiles y militares o se les atribuían poderes.

«El inmenso y fastuoso conjunto de joyas hallado por Howard Carter en 1922 en la tumba de Tutankhamón posee un considerable valor. Pero analizado concienzudamente, carece de la destreza técnica y el refinamiento de las piezas del Reino Medio o principios del Nuevo», asegura Raúl López.

El Museo Liceo Egipcio, al que se accede por una puerta flanqueada por dos estatuas del faraón Seti I, abrió sus puertas el pasado mes de octubre a pocos metros del santuario de La Virgen del Camino con una exposición de 300 piezas originales adquiridas en anticuarios ingleses y franceses.

En teoría, todas las piezas del museo están a la venta y cuentan con el preceptivo certificado de autenticidad. Hay objetos originales desde 200 euros.

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