Diario de León

CULTURA ■ ARTE

León pasado por agua

El acuarelista José Olivé expone sus obras en la galería de arte Bernesga.

Detalle de una de las obras de la exposición del artista José Olive. DL

Detalle de una de las obras de la exposición del artista José Olive. DL

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marcelino cuevas | león

Las golondrinas vuelven cada primavera. Pero los artistas suelen regresar en otoño. Así sucede con José Olivé, un veterano acuarelista que regresa a León periódicamente cuando comienzan a caer las hojas de los árboles, cuando llegan las lluvias, momento que suelen aprovechar con avidez los buenos acuarelistas que basan su arte en el agua.

Las pinturas de José Olive, viajero impenitente, figuran entre las obras maestras de los grandes de la acuarela. El artista está enamorado de la luz y busca sus efectos en cada paisaje que representa.

«Yo creo -dice- que la parte más importante de la elaboración de un cuadro, es la de esperar pacientemente a que la luz tenga un contenido diferente. Los días de tormenta, los atardeceres nubosos al lado del mar… son momentos ideales para pintar a la acuarela. No hay técnica que se pueda igualar a esta para conseguir el mejor tratamiento de la combinación formada por la luz y el agua. Creo que ni la fotografía puede conseguirlo con más matices».

José Olive ha traído este año a la galería de arte Bernesga una serie importante de motivos leoneses. Entre ellos, naturalmente, los alrededores de la Plaza Mayor, que conoce a la perfección. Pero en esta ocasión ha querido poner su mágico caballete en lugares más «modernos». Así podemos ver interesantes visiones de la calle de Ordoño II y otras vías céntricas de la ciudad nueva. «Creo –dice- que me ha salido algo de lo tradicional que suele ser el mundo de la acuarela, pero me encanta buscar nuevas perspectivas».

Este acercamiento as León no ha impedido que José Olivé visite el mar, concretamente las costas asturianas de Cudillero, en cuyas interpretaciones muestra el pintor toda su maestría.

Olivé pinta con sentimiento y con enorme facilidad, no en vano su carrera comenzó cuando apenas era un niño emulando a su padre, el gran acuarelista Ceferino Olivé. Desde entonces han pasado muchos años, pero el pintor sigue pletórico de ilusión. «Creo que nunca he dejado pasar un día sin pintar, para mí es como el respirar, algo absolutamente necesario para vivir».

La acuarela, que ha vivido tiempos de crisis, ha vuelto a ponerse en el lugar que le corresponde. «Sí, después de algún tiempo en el que había quien la consideraba una técnica menor, ahora vive un momento de alza, tal y como se merece. Hay que recordar que pintar con los colores al agua impide cualquier corrección, que hay que hacerlo bien a la primera, por lo que es una técnica tan sencilla como difícil. La belleza de sus resultados es indudable, por eso creo que hoy en día los acuarelistas vivimos un momento de auge».

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