Diario de León

León se pone el anillo de Tutankamón

El Museo Liceo Egipcio prepara una exposición sobre magia y joyería con una sortija auténtica del faraón más famoso.

Dos detalles del anillo de Tuntakhamón que exhibirá el Museo Liceo Egipcio de León en la próxima exposición.

Dos detalles del anillo de Tuntakhamón que exhibirá el Museo Liceo Egipcio de León en la próxima exposición.

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verónica viñas | león

Ni oro ni piedras preciosas. El anillo de Tutankamón es de fayenza (cerámica) azul. Será la pieza central de la exposición que prepara el Museo Liceo Egipcio con un centenar de piezas de joyería. Raúl López, director del museo, explica que la importancia de esta sortija es que lleva grabado el nombre del faraón que reinó en el país del Nilo hace más de 3.300 años.

La maldición para cualquier faraón era ‘perder el nombre’. Y eso fue lo que le ocurrió a Tutankamón, cuyos sucesores, por motivos religiosos, trataron de eliminar su rastro para que fuera olvidado, lo cual, irónicamente, preservó durante siglos su tumba. «Hay pocos objetos en el mundo que conserven el nombre de Tutankamón, salvo los que fueron hallados por Howard Carter en su tumba en 1922», explica el egiptólogo Raúl López. El anillo que exhibirá el museo ubicado en el Palacio de Gaviria lleva labrado «el nombre que Tutankamón recibió al nacer, Nebjeperura, que significa ‘Señor de las formas de Ra’. Los faraones egipcios contaban con cinco nombres, dos de los cuales se escribían enmarcados por un cartucho que simboliza el eterno curso del sol».

Anillos similares al que lucirá León en las próximas semanas también se exhiben en museos como el British, el Metropolitan de Nueva York o el Museo Nacional de Escocia. Todo lo que rodea a Tuntakamón es mágico, como toda la joyería egipcia, que además de ornamental tenía otros ‘poderes’. El color azul, como el citado anillo de fayenza —dice López— «daba suerte» y «el verde y el negro se asociaban con la vida y la fertilidad». La costumbre de enterrar a los faraones, sacerdotes y altos dignatarios con sus ajuares y joyas ha permitido conocer la sofisticada joyería egipcia, que se remonta a 5.000 años antes de Cristo.

Las joyas no eran sólo un mero adorno, sino que simbolizaban un determinado rango u oficio, se otorgaban como reconocimiento a civiles y militares o se les atribuían poderes.

La exposición, titulada El anillo de Tutankamón. Magia y joyería en el Antiguo Egipto, reunirá colgantes, anillos y pendientes junto a objetos mágicos, como amuletos, escarabeos (escarabajos), shabtis (pequeñas figurillas funerarias de sirvientes con las que se enterraba a los egipcios) y objetos de la época del faraón.

El egiptólogo leonés destaca entre las joyas que mostrará el museo «tres collares de oro de 22 quilates y cuentas de fayenza verde, azul y marrón, datados entre el 600 y el 300 a.C., así como otro de un intenso azul de fayenza de exquisita calidad. Está datado en las postrimerías de la época ptolemaica, período de esplendor al que puso fin la mítica Cleopatra. Quizá esta hermosa joya embelleciese su largo cuello. Pero lo que sí demuestra su excepcional factura es que perteneció a una mujer fastuosa y adinerada».

Los egipcios creían en las propiedades protectoras de las joyas, de ahí que para alejar a los malos espíritus, a los niños les colgaban una pequeña piedra de fayenza azul. El Museo Liceo Egipcio expondrá cerca de una treintena de amuletos mágicos de todas las clases, desde penes y testículos que favorecían la actividad sexual de los hombres a escarabajos con conjuros mágicos o los conocidos ojos de Horus (con poderes sanadores).

La muestra se completa con joyas y broches Estilo Imperio francés y Art Decó inspirados en el País del Nilo.

El Museo planea llevar a cabo visitas guiadas para adultos y niños con el fin de explicar el significado de amuletos y piedras y el misterio que rodea a los amuletos-joya egipcios. Asimismo habrá talleres y juegos para que los niños se adentren de forma divertida en una cultura fascinante.

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