Diario de León

Guerra Civil

León urdió una trama para liquidar a la Legión Cóndor

Franco organizó en mayo de 1939 una despedida triunfal en León a la Legión Cóndor, cuyo apoyo fue decisivo para ganar la guerra. Cuatro meses después, 130 trabajadores del aeródromo de La Virgen del Camino eran encausados por haber saboteado aviones alemanes. Trece de ellos fueron ejecutados por «traición».

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El cuartel general de la Legión Cóndor, en el aeródromo de La Virgen del Camino, fue uno de los principales objetivos de la ‘resistencia’ leonesa. Los aviadores enviados por Hitler convivieron con decenas de trabajadores militarizados que hicieron todo lo posible por frustrar sus operaciones bélicas. Fue una trama perfectamente organizada.

El investigador Javier Fernández-Llamazares, que ya desveló en un libro cómo Franco obligó a todos los leoneses con dinero y propiedades «a pasar por caja» para financiar la guerra, se sumerge ahora en uno de los episodios de la contienda civil más desconocidos. Su nueva obra, Los sabotajes a la Legión Cóndor en el aeródromo de La Virgen del Camino (León 1938-39), publicado por la editorial Eolas, pretende acabar con las leyendas que han desdibujado los hechos.

Fotos de la colección particular de josé luis garcía maraña publicadas en el libro ‘Los sabotajes a la Legión cóndor'.

León no fue una ciudad rendida a los pilotos de la Legión Cóndor, como muestran las fotos oficiales, con Franco despidiendo en Ordoño II a los heroicos aviadores alemanes.

Tampoco —como sostienen muchos historiadores— el ejército alemán a las órdenes del coronel Von Richthofen, nazi convencido y primo del legendario Barón Rojo, era del todo autosuficiente. A diferencia de los filtros que imponían los militares nacionales a todo el personal que contrataban —incluido un expediente sin antecedentes políticos—, los alemanes fueron menos rigurosos en la selección. «La maquinaria militar más moderna de Europa necesitaba mucha mano de obra. En el aeródromo de León llegaron a trabajar 1.800 personas», explica Fernández-Llamazares. Al cuartel general de La Virgen del Camino llegaron centenares de trabajadores cualificados, sobre todo de la Maestranza Aérea de Sevilla, entre los que se ‘colaron’ muchos leales a la República. También hubo numerosas mujeres reclutadas por los alemanes y asignadas, entre otras tareas, a coser las telas de los aviones. Su participación sería decisiva en la manipulación de los fuselajes.

Fotos de la colección particular de José Luis García Maraña publicadas en el libro ‘Los sabotajes a la Legión cóndor'

El escritor ha revisado toda la documentación disponible en el Archivo Militar del Noroeste. «Hubo más sabotajes de los que pudieron probar», dice. Revisó caso a caso y asegura que, en el proceso penal militar contra 130 trabajadores de la base aérea, quedó demostrado que seis aviones accidentados habían sido manipulados; incluido el célebre Heinkel 111 que se estrelló en Ocejo de la Peña, cerca de Cistierna, en el que murieron los seis ocupantes.

Pero hubo catorce aviones más que probablemente fueron boicoteados en apenas un año, mientras el autor ha verificado que otra docena de accidentes ‘sospechosos’, en realidad, fueron fortuitos.

Los saboteadores recurrieron a infinidad de trucos para aniquilar desde tierra los cada vez más sofisticados aparatos de la Luftwaffe, desde dañar el tren de aterrizaje a bloquear los depósitos de gasolina.

Soldados alemanes cerca de la Azucarera, donde estuvo instalada buena parte de la Legión Cóndor. JOSÉ LUIS GARCÍA MARAÑA

Aunque en el resto de las bases de la Legión Cóndor —en Tablada (Sevilla), Santo Tomé, La Albericia y Pontejos (ambas en Cantabria) y La Cenia (Tarragona)— hubo aviones boicoteados, «en León había una trama perfectamente organizada», sostiene Fernández-Llamazares. En el libro da los nombres de algunos de los conspiradores y de los principales cabecillas. Desvela que el secretario del comandante Carmona, responsable del aeródromo de La Virgen del Camino, era el que daba los ‘soplos’ y marcaba los objetivos.

Además del avión siniestrado en Ocejo de la Peña, la ‘trama leonesa’ estuvo implicada en el accidente de un Dornier 17 en Medina del Campo, en el que hubo cuatro víctimas y se procesó a 35 personas; en el de un Heinkel 45, accidentado en el propio aeródromo y en el que fallecieron los dos tripulantes; en el aterrizaje de emergencia de un Junkers 52 en El Ferral del Bernesga, en el que no hubo muertos; así como en el Dornier 17, matrícula 27-19, con el filtro de la bomba deliberadamente mal montada, que se estrelló sin bajas.

En el punto de mira

El propio avión del jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor, un Junkers 52, fue manipulado, pero los alemanes descubrieron a tiempo paños empapados en azúcar en el depósito del aceite. «El atentado contra el avión de Von Richtfhofen fue la gota que colmó el vaso». A partir de entonces comienzan las detenciones. Se abrió una purga contra 130 operarios. Finalmente, dieciséis fueron condenos, trece de ellos a la pena capital.

Hace exactamente 81 años, el 6 de septiembre de 1939, los trece eran fusilados «por traición» en el propio aeródromo. Sus nombres: Sócrates Gómez-Jareño, Vicente Cano Valencia, Rafael Garrido Campos, José Agudo Santa Bárbara, Juan Díaz Jiménez, Cayetano Salvador Orge, Antonio Quevedo Palma, Pedro Buzón Bejarano, Antonio Escamilla Núñez, Emilio Herrero Alonso, Manuel González Suárez, Pedro Vélez Jaramillo y Eladio Pedro García Fernández.

Todos los trabajadores de la base aérea fueron obligados a asistir a la ejecución. El investigador leonés, propietario del archivo privado de la Banca Fernández-Llamazares, afirma que el veredicto del tribunal militar fue «raro» y «excepcional», porque a todos los condenados se les ajusticiaba en Puente Castro y porque acabada la Guerra Civil se redujo drásticamente la pena de muerte. Pero con los saboteadores no hubo clemencia.

En su libro Fernández-Llamazares relata detalles de la vida cotidiana de la Legión Cóndor en León, como la historia del prostíbulo, ubicado en un chalé, al que acudían los soldados alemanes, y al que ya había aludido en menor profundidad en su libro Los leoneses que financiaron a Franco. Y rescata a Crisanto Sáenz de la Calzada, padre del conocido pintor, que se convirtió en el dentista de los militares de la Luftwaffe. «Un personaje muy olvidado para lo importante que fue». Desmiente que el ramal del ferrocarril que unía Quintana de Raneros con el aeródromo de La Virgen del Camino fuera construido por prisioneros republicanos. «Se empleó a trabajadores a los que se les pagó», segura.

Considera que hasta ahora parte de la historia de la Legión Cóndor se ha contado «de oído». Los documentos que él ha manejado para escribir Los sabotajes a la Legión Cóndor son «incontestables», extraídos de archivos militares hasta hace poco secretos.

El texto va acompañado de numerosas fotografías inéditas, cedidas por el coleccionista leonés José Luis García Maraña. «Sin él este libro habría sido imposible». Las imágenes fueron adquiridas, principalmente, en Alemania.

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