Diario de León

Arte

El leonés Félix de la Concha cambia el rollo

El artista, que tiene pendiente una exposición en el Museo Lázaro Galdiano, inicia una serie de pinturas de interior

León

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De pintar pórticos a gatos. De retratar a los supervivientes del Holocausto a un rollo de papel higiénico. Félix de la Concha ha cambiado los grandes espacios del medio Oeste americano por las paredes de su piso de Madrid. El encierro forzado ha obligado al artista leonés a reajustar no solo su agenda de exposiciones, sino que su paisajismo intelectual y descriptivo ha dado paso a una nueva forma de contemplar el mundo.

El coronavirus le sorprendió preparando una muestra para el Museo Lázaro Galdiano y con la mitad de las obras en Estados Unidos. Son 24 paneles que hizo en 24 horas para una exposición titulada A contrarreloj en el Frick Art Center de Pittsburgh (Pennsylvania). De aquella maratoniana sesión, además de las obras, le ha quedado una caja de mascarillas que utilizó porque el aire acondicionado le afectaba a la garganta. Ahora las usa para ir al supermercado.

A contrarreloj es una serie inspirada en la mansión del magnate Henry Clay Frick. «Posiblemente sea la casa histórica que mejor ha preservado su originalidad, porque, después de haberse mudado la familia a Nueva York, la hija y heredera volvió a la casa donde había pasado su infancia y legó una gran fortuna para que se conservara tal como ella la conoció. Tras su fallecimiento, funciona como museo».

Arte del confinamiento

De la Concha ha hecho varios cuadros del papel higiénico, todo un símbolo de la cuarentena

El Lázaro Galdiano le propuso hacer una obra vinculada con la colección. El resultado es Pórtico, porque De la Concha eligió la entrada original del caserón madrileño y la idea es establecer un «diálogo» artístico con los retratos de la portada del museo del magnate Frick.

«Hay cierto paralelismo», dice, entre estos dos personajes que vivieron a caballo entre finales del XIX y principios del XX. Tanto Lázaro Galdiano como Frick fueron empresarios de fortuna, grandes coleccionistas, mecenas y dueños de espléndidas mansiones —el palacete de Parque Florido, en el caso del segundo, que lo legó al Estado español junto a su ingente contenido artístico, para evitar la dispersión de sus colecciones entre sus trece sobrinos—.

Un gato de modelo

También tiene pendiente una exposición en el Faro de Santander. Mientras tanto, ha decidido hacer arte del confinamiento. «Obligado por las condiciones», De la Concha ha tenido que poner a prueba el ingenio y hacer virtud de la escasez. Ha iniciado una serie de autorretratos y paisajes de interior. Su gato es su principal modelo. También ha dedicado varios cuadros al papel higiénico, convertido en todo un símbolo de esta pandemia.

Todo un reto para un artista acostumbrado a pasar horas y horas a bajo cero pintando los inmensos paisajes de la América interior, como los que hizo para la exposición This is America o los de la serie Made in USA.

Ahora la aventura está al otro lado de la ventana. Ha dejado parado un proyecto de pintar cada día un cuadro de ropa tendida durante un año, y eso que ya había hecho 300 obras. «Hay que estar abierto a las circunstancias», asegura. De hecho, en los interiores que le ocupan la mayor parte del día y que solo interrumpe para salir puntualmente a aplaudir al balcón a los sanitarios —«porque es importante darles —, se nota el estado shock y de irrealidad de estos días de pandemia letal.

«No sé qué haré aún con lo que estoy pintando, si formará parte o no de un gran proyecto», confiesa. «No me quejo, porque al menos mi casa tiene luz», cuenta, y describe la angustia que sería vivir en un piso pequeño o en un semisótano durante esta cuarentena.

Hace solo dos años De la Concha sorprendía con una exposición en Zamora en la que reproducía en 140 paneles, a escala real, Las Meninas de Velázquez; una obra pintada casi de memoria desde Iowa.

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