Diario de León

CULTURA

Un leonés en la ‘Bundesliga’ musical

Gabriel Robles ocupa la plaza de percusionista solista en una de las orquestas más antiguas y exigentes del mundo, la Staatsorchester de Kassel. «Ni en mis mejores sueños lo imaginé», dice

El leonés Gabriel Robles toca en la orquesta estatal de Kassel pero en sus vacaciones también lo hace en la charanga Paso_Doble. DL

El leonés Gabriel Robles toca en la orquesta estatal de Kassel pero en sus vacaciones también lo hace en la charanga Paso_Doble. DL

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pacho rodríguez | león

En la Staatsorchester Kassel de Alemania, con más de 500 años de historia, el percusionista solista de la formación es el mismo que algún verano se le puede ver por los pueblos próximos a Valencia de Don Juan. Pero en otra faceta. Otra historia al fondo de Gabriel Robles (León, 1988), que pertenece al ocio y la amistad. Desde que obtuvo esta prestigiosa plaza reside en Kassel, aunque su experiencia alemana es de lo más exitosa, puesto que ya perteneció con plaza a otra orquesta, en este caso en Weimar. Desde aquella ciudad tiene a tiro de unos trescientos kilómetros a verdaderas capitales de la música clásica como Berlín, Munich o Hamburgo. Y por alguno de sus teatros y auditorios, y en giras internacionales, lo seguro es que hay un leonés que ejerce de ello mientras toca. Dice palabras mayores con total sencillez: «Lo bonito de la percusión es que, por ejemplo, un día tocas la caja en Scheherezade (Rimski-Kórsakov) o el bombo en La consagración de la primavera de I. Stravinsky».

Para llegar a una cima tan alta siendo tan joven, Gabriel Robles inició sus estudios en León hasta trasladarse a Oviedo para cursar estudios superiores en música. Pero en ese antes compaginó la ESO y bachillerato en el I.E.S Fernando I y el Conservatorio Profesional de Música de León.

En lo personal resulta curioso cómo llega al mundo de la percusión: «Es una historia graciosa, ya que mis comienzos fueron con el piano en la escuela de música de mi pueblo. Mi profesor Jesús Nava (Avan J) aconsejó a mis padres que me llevasen al Conservatorio de León y a la hora de elegir instrumento, mis dos primeras opciones ya estaban ocupadas, así que la primera idea que se me pasó por la cabeza fue la batería. Decisiones en segundos que pueden acabar determinando tu vida», explica Robles. Y aún más azarosa resulta que esa limitación a la hora de elegir le haya deparado un futuro tan prometedor que ya lo tiene presente. Porque el mismo músico leonés afirma con modestia sentirse afortunado: «Por supuesto. Creo que ni en mis mejores sueños entraba esta posibilidad; la carrera de un músico profesional requiere mucho sacrificio y son muchos años de estudios, inversión de tiempo y dinero para acabar con un título en las manos y no demasiadas salidas para lo que suelen ser nuestras expectativas: ganarnos la vida tocando nuestro instrumento. Por ello, yo me siento privilegiado», confiesa.

En concreto, la tarea de Gabriel Robles, como percusionista solista en una de las orquestas más antiguas del mundo, consiste en encargarse de tocar todos los instrumentos de la familia de percusión excepto los timbales. Y como percusionista principal su obligación es tocar la parte más complicada o con más solos dentro de cada obra.

Robles habla de honor y responsabilidad al respecto. Algo que corrobora cuando añade que el aprendizaje no es de un día para otro: «Este conocimiento no es cuestión de meses o años, y menos para un leonés que lleva apenas cinco años por aquí. Lo bonito de este trabajo es que cada día aprendes algo nuevo, una nueva idea que te aporta un director o un compañero que tiene treinta años de experiencia a sus espaldas. La suma de esto y de investigar o leer acerca de este mundo hace que día a día seas más competente en tu trabajo», relata.

Entre tanto trabajo, podría sentir momentos de vértigo o de morriña, pero el intérprete leonés muestra un carácter a prueba de grandes experiencias. De hecho, dice que «vértigo, no demasiado, ya que casi cualquier posibilidad de estudiar un master en interpretación te suele llevar fuera de nuestras fronteras, así que ya estaba bastante concienciado antes de hacer las maletas». Desde esa mentalidad luchadora, la nostalgia de León la cura también con destreza: «En cuanto a la morriña, siempre hay, aunque productos de España y una buena cecina de la tierra lo hacen más llevadero», remarca.

Recuerdos de León

Y en su casa se escuchaba tanta música clásica que no sabría decir qué fue lo primero que escuchó. Aunque se supone que fue mucho. Y con selección y buen gusto, porque sí se acuerda de que el primer concierto que vio fue a los seis años. «Fue una sinfonía de Beethoven, probablemente la n.º 7 dirigida por Pedro Halffter, en Villafranca», matiza. «Cuando voy a León aprovecho para visitar a la familia y amigos, ya que no suelo pasar más de una o dos semanas al año. Si el tiempo me lo permite, no pierdo la oportunidad de irme de tapas por el Húmedo o tocar la trompeta con mi querida charanga Paso_doble», dice.

Tal vez vuelva a España cuando haya oportunidades. Aunque su percepción es de que «en cuanto a la cultura, es una pena. En años de bonanza se invirtió dinero, se ampliaron y crearon orquestas, auditorios, etc. Éramos la envidia de nuestros vecinos, con nuevas infraestructuras y teatros imponentes. Pero en un país donde no tenemos una tradición muy grande, no es demasiado difícil de entender que de donde primero se recorte sea de aquí» reflexiona.

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