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El leonés Rafael Lazcano reedita los 56 tomos de la ‘España Sagrada’

«El tesoro de Astorga excedió toda mi esperanza», decía su autor, el padre Flórez.

Rafael Lazcano (Mondreganes, 1957) y portadas del primer tomo leonés, el original y el recientemente reeditado.

Rafael Lazcano (Mondreganes, 1957) y portadas del primer tomo leonés, el original y el recientemente reeditado.

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e. gancedo | león
León

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Fue la gran enciclopedia española del siglo XVIII. Una abrumadora recopilación de datos históricos, artísticos, sociales y patrimoniales que aún hoy es de obligada consulta para los investigadores por la asombrosa exhaustividad —aún más sorprendente dadas las precarias comunicaciones de la época— que caracterizan sus nada menos que 56 volúmenes. Se trata de la España Sagrada , concebida por el padre Flórez y continuada a su muerte por otros seis eruditos, y cuya magnitud hizo que el propio rey Fernando VI la colocara bajo su protección personal.

Pero los sucesivos tomos fueron saliendo espaciados en el tiempo y con diversidad de formatos y tipografías, por lo que resultaba más que necesaria una reedición completa que los ordenara y homogeneizara. Y ese trabajo lo ha culminado un leonés de Mondreganes, Rafael Lazcano, bibliógrafo y editor, y uno de los mejores historiadores actuales de la orden de San Agustín. Lazcano no sólo ha uniformado y anotado los 56 tomos sino que ha añadido uno más, un útil índice general. «Con sólo acercarse a este índice —explicaba ayer al Diario—, se descubre el cúmulo de información y documentación que encierran la obra. Luminosas disertaciones abordan cuestiones oscuras de gran calado cronológico, geográfico, numismático, litúrgico, artístico, jurídico e histórico... Por lo demás, los estudios medievalistas hispánicos quedarían huérfanos si no se contase con la España Sagrada ».

Una de las mayores aportaciones del proyecto radica, a juicio de este autor, también biógrafo de grandes personalidades como Fray Luis de León o Lutero, «en el método histórico utilizado por el padre Flórez, y que podríamos resumir en recogida y verificación de fuentes, ordenación y clasificación de la información y rechazo de las falsificaciones, fruto de los falsos cronicones. Es, pues, una verdadera, fecunda y erudita enciclopedia del saber». En cuanto a los temas provinciales, recuerda Lazcano que los tres tomos dedicados a la Iglesia de León (del 34 al 36) «están preparados por el primer continuador del padre Flórez, el también agustino Manuel Risco, quién espolvoreó bibliotecas y archivos para redactar la mejor historia de la ciudad y el reino de León». «Estas páginas escritas a finales del siglo XVIII resultan particularmente necesarias para conocer las murallas, el origen de la Legio VII, el hospital de San Lázaro, los fueros de León o las costumbres de la ciudad e iglesia leonesa en la Edad Media —continúa—. Por otro lado, el tomo dedicado a la Iglesia de Astorga, el 16, fue preparado personalmente por Enrique Flórez, y en él ofrece una cuidada descripción del nombre, límites de las Asturias antiguas, la ciudad de Astorga, sus pueblos, y noticias del Bierzo, sin olvidarse de los antiguos monasterios como el famoso de San Andrés en Vega de Espinareda, el catálogo de los obispos, algunos concilios, los santos y la vida de San Valerio. En estas dos iglesias, a modo de botón de muestra, se aprecia una concepción de la historia como maestra de la vida y fuente de experiencia».

Editada por la Editorial Agustiniana, la obra que recientemente ha ‘revivido’ con esta reedición completa, y que le ha llevado a Lazcano cerca de trece años de trabajo, es además importante, como recuerda el historiador berciano José Antonio Balboa, porque de muchos documentos de nuestra historia «solo tenemos noticia gracias a ella». Y comenta Balboa que Flórez daba las gracias entonces «al cabildo de la catedral de Astorga por las facilidades en el uso de la documentación: ‘Todo me lo ha franqueado; y es tanto su tesoro de monumentos que excedió mi esperanza. Dióme razón de más de dos mil y quinientas escrituras inéditas...’. Confiesa Flórez que si viviera allí podría escribir no un tomo, sino muchos, tal es su riqueza documental. El archivero de la catedral, José Antonio Molina, y el cisterciense fray Ambrosio Alonso, monje de Carracedo, le proporcionan infinidad de documentos; en el caso del monje le explica además la geografía del Bierzo y le informa pormenorizadamente de los monasterios de la comarca, que llevaría a Flórez a caracterizarla precisamente como la Tebaida berciana ».

«No hay que olvidar que el padre Flórez, y también Manuel Risco, escriben antes de la Guerra de la Independencia y de la exclaustración monástica en las que tantos documentos fueron pasto de las llamas, por ejemplo los de la catedral de Astorga o los del monasterio de Carracedo», hace constar José Antonio Balboa.

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