Diario de León

Los leoneses que hicieron la RAE

Marta Prieto traza la radiografía de Alonso Rodríguez Castañón y de Pedro Manuel Acevedo, los dos académicos de Lois que hoy serán homenajeados por la Academia .

La rehabilitada Casa del Humo de Lois, donde se desarrolla el filandón de esta noche.

La rehabilitada Casa del Humo de Lois, donde se desarrolla el filandón de esta noche.

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cristina fanjul | león
León

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Marta Prieto, profesora y crítica literaria del Diario, es la autora de la investigación León y la Real Academia española. Académicos leoneses en el primer siglo de vida de la institución. Por lo tanto, se trata de una de las voces más autorizadas para prologar el homenaje que esta tarde en Lois se rinde a Alonso Rodríguez Castañón y a Pedro Manuel Acevedo, los dos académicos de la RAE que eran naturales de este pueblo montañés.

Prieto sostiene que el caso de la localidad montañesa es absolutamente sorprendente. Destaca que en el siglo XVIII todos sus vecinos pertenecían al estado noble. «Lo sabemos porque así consta en el Catastro de Ensenada, que se hizo en 1753. Pero, además de ser todos nobles, en el pueblo se habían creado varios mayorazgos: el de los Álvarez (que es el más antiguo, de 1594), el de los Rodríguez Castañón y el de los Álvarez Acevedo. entre otros», enumera.

De todas estas familias salen personajes importantes tanto en el ámbito civil como en el eclesiástico, en el siglo XVII y, sobre todo, en el XVIII, que es el ‘siglo de oro’ de Lois. Algunos de los ejemplos que cita la profesora son Francisco Rodríguez Castañón, que fue obispo de Orense y Calahorra, Antonio Álvarez Acevedo (obispo de la Orden de Santiago); Pedro Rodríguez Castañón, penitenciario de Valladolid; Juan Manuel Rodríguez Castañón, que desempeñó el cargo de obispo de Tuy o Tomás Álvarez Acevedo, nacido en Lois en 1735 y que tuvo la distinción de regente de la Real Audiencia de Chile.

Cátedra y catedral

Marta Prieto subraya además que en el año 1709 se produce el primer hecho importante en Lois: la fundación de una escuela de primeras letras por disposición testamentaria de Pedro Rodríguez Castañón. «Es la primera de las obras de carácter filantrópico que emana de esos mayorazgos», explica, al tiempo que revela que la segunda tendrá lugar en 1744 cuando, por disposición testamentaria de Jerónimo Rodríguez Castañón, se crea un estudio de gramática o cátedra de latín de muy larga vida.

Por último, la investigadora subraya un tercer hito en la historia de Lois: la construcción de una iglesia de nueva planta que realiza en el lugar Juan Manuel Rodríguez Castañón, entonces obispo de Tuy. «Estas dos últimas han recibido, respectivamente, el apelativo de la universidad y la catedral de la montaña», precisa.

Acerca de los dos miembros de la Real Academia, Alonso Rodríguez Castañón y Pedro Manuel Álvarez Acevedo, Marta Prieto destaca sus diferencias.

El primero de ellos pertenecía al tronco principal de los Rodríguez Castañón. Desarrolló prácticamente toda su labor profesional en la Universidad y salió muy tempranamente de Lois porque con quince años ya estaba en la Universidad de Oviedo. La mayor parte de su vida se desarrolló en Alcalá, donde permanece hasta 1724, año en el que es nombrado Fiscal de la Audiencia de Sevilla, donde muere en 1725. Ingresó en la RAE en 1717, cuando ocupó el sillón C que se hallaba vacante desde la muerte, en 1714, de Gabriel Álvarez de Toledo. «Tuvo un papel irrelevante en la RAE (parece que acudía poco a sus sesiones y no consta que trabajase en el Diccionario de Autoridades) pero, sin embargo, hay algo que le hace de cita ineludible: instauró la costumbre del elogio del académico fallecido que, desde entonces, realiza su sucesor».

Caso distinto fue Pedro Manuel Álvarez Acevedo (1684-1734), que a decir de Marta Prieto sí que resultó un buen fichaje para la RAE. «Sustituyó en el sillón T en 1721 a Jaime Solís, que no se había muerto sino que había sido expulsado por incomparecencia», relata. No había nacido en Lois sino en Madrid, donde ya se hallaban sus padres. «Trabajo mucho y bien: papeletizó las Leyes de la Mesta, redactó B ante E para el Diccionario de Autoridades, corrigió C ante A y trabajó en la combinación de letras AU», enumera la profesora. Tanto hizo por la gramática que Fernando Lázaro Carreter afirma que gracias a su perspicacia la RAE adoptó la decisión de separar definitivamente la v de la u.

«Eran hombres de personalidades e intereses bien diferentes: al ser recibidos en la Academia, Alonso Rodríguez Castañón pronunció un discurso sobre si quien se preciaba de buen cristiano podría ser buen soldado. Pedro M. Álvarez Acevedo dedicó su discurso a la necesidad de la letra Q en la lengua castellana…», desvela Marta Prieto. Hoy, Lois rinde tributo a sus prestigiosos vecinos.

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