Diario de León

«Los actores de este país estamos desatendidos»

El leonés Roberto Enríquez estrenó la secuela de la obra ‘Casa de muñecas’.

Isabel Díaz, Aitana S. Gijón, Elena Rivera y Roberto Enríquez. J. GIL

Isabel Díaz, Aitana S. Gijón, Elena Rivera y Roberto Enríquez. J. GIL

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sergio j. foronda | madrid

El actor leonés Roberto Enríquez (Arganza, 1968) afirma en una entrevista que, en su opinión, entre los actores españoles «hay mucho talento», pero, a pesar de ello, «el nivel de dificultad, paro y de estar desasistidos es bastante tremendo».

Enríquez realizó esas declaraciones con motivo de su participación en la obra La vuelta de Nora , o Casa de muñecas parte 2 , escrita en 2017 por Lucas Hnath como la secuela de la Casa de muñecas de 1879 del dramaturgo Henrik Ibsen, que se representó ayer sábado en el Teatro Bretón de Logroño.

«En nuestro país disfrutamos de un momento de musculatura nunca antes vivida a nivel de la ficción española, se están exportando series a todo el mundo», resaltó el intérprete, quien añadió que de esta realidad se benefician «todos los actores», pero que, mientras eso ocurre, sus sueldos y condiciones laborales «no tienen nada que ver» con ese momento.

Además, recalcó que, según sus datos, «tan solo un tres por ciento de los actores consigue sobrevivir de su trabajo, mientras que un 30% trabaja de esto, pero solo con esos ingresos no consigue salir adelante». «Ahí está la Ley del Artista, que espero que al final vea la luz, donde se contemplan otros modelos, como el francés, donde no se hace una fiscalidad por año, porque un año puedes trabajar mucho y al año siguiente nada, y en vez de ello se propugna un sistema que compute un periodo de tres años, para poder hacer una media», subrayó.

Respecto al montaje La vuelta de Nora , donde Enríquez se pone en la piel de Torvald, el marido al que Nora abandona en la obra original y con el que se reencuentra en esta segunda parte quince años después, cree que se plantean diferentes reflexiones sobre el papel social del hombre y su capacidad para cambiar.

Y así, esta obra, especificó, «pone en solfa cómo también los hombres son víctimas de una visión ancestral de lo que es el varón y lo que es la mujer» y también cómo «si un hombre no responde a esas expectativas es tildado de todo tipo de apelativos que dudan de su hombría y de su capacidad». Además, la obra es la continuación de Casa de muñecas «que se convirtió en un icono feminista» y «ahora se hace una revisión de ese tema» y «analiza la situación que se da cuando las personas son prisioneras de un mismo patrón».

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