Diario de León

Les Luthiers, camino de los 55 años sobre los escenarios, vuelven a España

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Su arte es todo un juego de palabras, puro ingenio verbal en el que no cabe el juego sucio. Los miembros de Les Luthiers dotan al lenguaje de ingenio y a la música de estrafalarios instrumentos de cuerda, viento, percusión y lo que se tercie. Suyos son artefactos tan celebrados como el nomeolbídet, una oda a la memoria de la higiene de las partes íntimas, y la gaita de cámara, construida con el neumático de un tractor.

El sexteto dejó al público con la sonrisa helada cuando apareció la pandemia, circunstancia que obligó a la suspensión de las actuaciones que los argentinos estaban realizando en España. El día 29 reanudan en Burgos la gira que quedó interrumpida hace dos años cuando representabano Viejos hazmerreíres , un recorrido que terminará el 26 de marzo en Palma de Mallorca.

La clave: verse poco

Les Luthiers procuran verse poco, aunque cuando coinciden en el escenario el resultado es una juerga. Suelen viajar cada uno por su cuenta y se hospedan en hoteles diferentes. En un encuentro por vía telemática, Carlos López Puccio, el hombre de pelo de plata, y Roberto Antier, que ha sustituido en el grupo al inolvidable Mario Mundstock, fallecido en mayo de 2020, los humoristas desgranan las vicisitudes del conjunto. El grupo humorístico ha logrado una sorprendente longevidad gracias a la psicoterapia, y no es broma. Durante 17 años, muy tocados por la temprana muerte por leucemia de Gerardo Masana, uno de los fundadores de la formación, los componentes de Les Luthiers decidieron ir a la consulta de un especialista.

«Fue como la muerte del padre. Coincidió con cierto destello de popularidad del grupo, que era ínfimo con lo que vino después. Realmente nos fue muy útil: ayudó a sanar nuestra diferencias e ir encontrando caminos, pero con un buen juez que ejerció de árbitro y que pudo aclararnos cosas que no podíamos ver», explica López Puccio, de 75 años. ¿Cuál es la razón de que le guste verse lo justo? «El olor», contesta con guasa Puccio. «Con los años nos hemos convertido en unos ancianos quisquillosos, nos hemos vuelto más caprichosos».

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