Diario de León

Maragatería oculta grabados únicos de la Edad del Hierro

El descubridor de los petroglifos halla en un castro astur ‘antropomorfos orantes’.

Detalle de una de las figuras antropomorfas localizadas por Juan Carlos Campos en el Castro Colorado.

Detalle de una de las figuras antropomorfas localizadas por Juan Carlos Campos en el Castro Colorado.

León

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Fue una intuición. Juan Carlos Campos, descubridor de cientos de petroglifos en Maragatería, sospechaba que el Castro Colorado, un enclave astur y posteriormente romano, no podía haber quedado al margen. Batió este asentamiento milenario del ayuntamiento de Valderrey —a pocos kilómetros de Astorga— en busca de ‘dibujos’ cincelados haces miles de años. No encontró nada, pero lejos de decepcionarse y desistir, siguió rastreando este paraje conocido también como Castro Encarnado.

Armado con luces nocturnas y tras recorrer palmo a palmo el antiguo poblamiento astur acabó localizando unos grabados que han resultado ser únicos y excepcionales. Un auténtico ‘bombazo’ arqueológico. «Yo no puedo quitar líquenes ni tocar nada», confiesa Campos, lo que dificulta más las tareas de exploración. Se trata de un grupo de antropomorfos (figuras esquemáticas con forma humana) posiblemente de la Edad del Hierro, en posición orante. Podrían ser las primeras representaciones del arte astur de este tipo que aparecen en León. En Galicia hay alguno que evocan escenas de caza. Aquí sólo hay grabados de la misma época en Castrillo de la Valduerna, pero se trata de un pie y una herradura, nada que ver con la escena «más espectacular» de Castro Colorado, formada por siete figuras masculinas (todas con un falo casi tan largo como las piernas) en posición orante. Lo llamativo es la colocación de los personajes. «Media docena de siluetas están agrupadas en un plano inferior, mientras que en el plano superior y separada de ellas aparece otro ser representado con los brazos extendidos a la altura de los hombros». La figura destacada, con pies que parecen pinzas, podría representar al líder, que «parece portar un cetro con una rara curvatura o incluso una lanza y un escudo». En su interpretación, Campos va aún más lejos: cree que «las figuras inferiores están de espaldas, mirando al antropomorfo superior, que los contempla a ellos en posición frontal». Aunque junto al grupo hay una cruz con peana triangular, Campos, por el tamaño desproporcionado de este símbolo respecto a las figuras humanas, no considera que sea coetánea, porque de lo contrario sería una de las primeras representaciones cristianas. Los antropomorfos parecen, a todas luces, más primitivos.

Sólo un verdadero especialista sería capaz de distinguir las figuras de la Edad del Hierro en una roca de cuarcita, algunos poco marcados, en la parte más recóndita del castro astur. «Están a ras de suelo, en una superficie inclinada, y es muy fácil pisarlos sin darse cuenta», explica. La misma roca fue elegida siglos después para grabar en ella marcas medievales y, en época contemporánea, rúbricas de pastores.

Los antropomorfos orantes de Valderrey guardan mucha similitud con las pinturas rupestres que se preservan en las cuevas de Librán y Sésamo. Pero si las pinturas son más o menos abundantes en todo el Noroeste, «grabados en las rocas son prácticamente inéditos».

Campos, como ha hecho siempre, entregó a Patrimonio fotografías y las coordenadas del hallazgo. Casi un año después, sigue sin recibir noticias de la Junta. Ha decidido desvelar el descubrimiento para evitar casos como el de Lérida, donde grabados prehistóricos conocidos sólo por investigadores acabaron siendo arrasados por una excavadora. En los ocho años que Campos lleva volcado en la búsqueda de petroglifos del Calcolítico diseminados por Maragatería ninguno ha sufrido daños. Claro que este experto se cuida mucho de revelar el lugar exacto donde ha encontrado auténticas ‘joyas’ prehistóricas.

Detalle de figuras antropomorfas localizadas por Juan Carlos Campos en el Castro Colorado. JUAN CARLOS CAMPOS.

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