Diario de León

Merino: «Jamás cedió a los cantos de sirena publicitarios»

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Jamás olvidará José María Merino la ilusión que le hizo a Santos Alonso comprobar que el autor leonés le había dedicado su novela Los invisibles , cuya edición crítica había preparado con entusiasmo. El veterano crítico, ya enfermo, se emocionó al leer: «Para Santos Alonso, amigo antiguo y querido, que con tanto esmero como sabiduría ha preparado esta edición». Merino recuerda que el profesor le confesó que era la primera vez que le dedicaban un libro, lo cual «me conmovió especialmente», explicaba.

El autor de La sima destaca de este profesional, ante todo, «la independencia de criterio que tenía», pues Santos «jamás cedió a los cantos de sirena publicitarios ni a las oscuras presiones del mundo mediático, y siempre dijo de los libros lo que opinaba de ellos, de buena fe y sin contemplaciones».

También destacaba José María Merino las tertulias, los buenos ratos y los encuentros de trabajo celebrados en la ‘embajada’ de la calle del Pez, hablando «de la vida y la literatura». «Me acuerdo de aquellas en las que preparábamos la ‘tercera época’ de la revista de esta institución, unos números densos, de apretada letra, en los que Santos colaboró con preciosos artículos sobre la obra de los poetas Antonio Colinas, Victoriano Crémer, Agustín Delgado y Antonio Gamoneda, del estudioso de la literatura Ricardo Gullón, de los narradores Ramón Carnicer, Antonio Pereira y Jesús Torbado», rememora. «Y el recuerdo de aquellos tiempos me obliga a evocar la dolorosa pérdida de Agustín Delgado y de Tino Gatagán», matiza, además, el novelista.

«Santos era jovial, afable, discreto, sincero, cercano —resumió José María Merino—. Era bueno ‘en el mejor sentido de la palabra’, como dijo Antonio Machado. Su desaparición fue brutalmente prematura y ha dejado en todos nosotros un sentimiento lacerante de pérdida».

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