Diario de León

Merino rescata 37 años después ‘Las crónicas mestizas’

Reino de Cordelia reedita la trilogía con ilustraciones de José María Gallego

Portada del libro. DL

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Han pasado 37 años desde que José María Merino publicó en 1986 El oro de los sueños , la historia de un joven mestizo de quince años llamado Miguel, que vive en la Nueva España junto a su familia. De su mano, el lector se adentraba en uno de los sucesos más importantes de la historia, la conquista de América, atravesando territorios lejanos y salvajes, descubriendo antiguas ciudades abandonadas y fabulosos tesoros. Uniendo novela histórica y juvenil, el Premio Nacional de las Letras 2021 inauguraba así una vibrante trilogía que completaría en 1987 con La tierra del tiempo perdido y en 1989 con Las lágrimas del sol.

En 1992 los tres volúmenes acabaron reunidos por primera vez en un único tomo, bajo el título Las crónicas mestizas , y ahora la editorial Reino de Cordelia recupera la trilogía, con una nueva edición revisada por el autor e ilustrada para la ocasión por uno de los grandes dibujantes españoles de la actualidad, José María Gallego, responsable junto a Julio Rey de una tira humorística en el diario El Mundo desde hace décadas. «Es una edición preciosa, estoy muy contento del trabajo en las ilustraciones de José María Gallego y de cómo ha cuidado la edición Jesús Egido, de Reino de Cordelia, que ha hecho una labor formidable. Es un editor estupendo», señala el autor.

La obra llegará a las librerías españolas mañana, pero Merino y Gallego firmaron ayer ejemplares del volumen en la Feria del Libro de Madrid, en la caseta 341, correspondiente a Reino de Cordelia. Además, el dibujante mantendrá nuevos encuentros con los lectores en el mismo enclave en las tardes del 3 y 10 de junio.

Las crónicas mestizas narran las aventuras de Miguel Villacé Yólotl, hijo de uno de los españoles que combatieron junto a Hernán Cortes y de una indígena mexicana. El joven emprenderá tres aventuras por la América de mediados del siglo XVI, y cada una le llevará a un paisaje y a un momento singulares de la Conquista, enfrentándose a extrañas y fantásticas aventuras que parecen extraídas de las páginas de las Crónicas de Indias.

En declaraciones a Ical, Merino recuerda que el origen de esta trilogía surgió a mediados de los años 80, cuando él colaboraba con la Unesco desarrollando y supervisando proyectos educativos en Centroamérica. «No fui el primero (bromea), pero aquello me permitió descubrir América: ese español tan musical que utilizan allí, los paisajes de Centroamérica, que son preciosos y alguno incluso me inspiró alguna novela posterior… Empecé a profundizar en el tema leyendo a los cronistas de Indias, y pensé que no estaría mal hacer una novela sobre ello», relata.

Contra el racismo

Desde el principio tuvo claro que su protagonista sería un joven mestizo. «Estoy orgullosísimo de ello, pero yo entonces no sabía que la cultura española fue la primera y tal vez la única que sacó una ley, en 1514, estableciendo los matrimonios mixtos, con una apuesta de base contra el racismo. Mi protagonista era un joven mestizo con sus contradicciones y su forma diferente de ver algunas cosas. Su padre se ha ido y él se verá implicado en algunas conquistas y batallas, en las que sumerge al lector», explica antes de advertir que «no es un libro estrictamente juvenil» y que puede gustar «perfectamente a los adultos». «Lo que hace es contar con respeto la verdad y los hechos que acontecieron en los primeros años de la conquista», subraya.

Enrolado en las quimeras y miserias de aquella empresa desmesurada, y desde la conciencia de su condición mestiza, Miguel se tendrá que enfrentar a batallas, intrigas, múltiples razas de indios y paisajes donde la naturaleza impone su fuerza brutal, que le harán madurar al mismo tiempo que, poco a poco, intenta encontrar fórmulas para sobrevivir a las amenazas de la vida, mientras es testigo de encuentros insólitos y descubrimientos fabulosos.

Según comenta, se decantó por la novela de aventuras como género para contar esa historia porque «en América, en aquellos primeros años de la conquista, lo que había era sobre todo aventura». «Estaba desatada la fiebre del oro; los españoles pensaban que había oro por todas partes y los indígenas empezaban a engañarles, y la relación que hubo entre ellos, por un lado violenta y por otro, amistosa, me pareció que daba para contar una novela de aventuras», rememora.

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