Diario de León

Las mil caras del dios de los astures

Miguel Ángel González explica el por qué de los lugares sagrados de León en un libro que pronto verá la luz

Arriba, el dios-toro Teleno y la Danza de las Cintas, relacionada con los laberintos. A la derecha,

Arriba, el dios-toro Teleno y la Danza de las Cintas, relacionada con los laberintos. A la derecha,

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e. gancedo | león
León

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«Me parece un error considerar la tradición popular como una mera recopilación de cuentos, leyendas y seres mitológicos curiosos. Creo que es más interesante ser consciente de que se trata de los restos de un conocimiento de origen antiquísimo que, debido a su importancia, dejó una fuerte impronta en la memoria colectiva». Quien así habla es el investigador Miguel Ángel González, quien esta misma semana publica con la editorial Lobo Sapiens Teleno: señor del laberinto, del rayo y de la muerte , libro en el que no sólo muestra la fantástica mitología que rodea al monte leonés sino que además profundiza en las causas que provocaron la aparición de muchas sugerentes historias y criaturas que aún se agarran a la memoria popular.

«Supongamos que en cierto lugar se cuenta que en un paraje concreto una señora se aparece cierto día del año o que en cierta fecha se celebra la victoria de un santo o virgen sobre un dragón. Solemos fijarnos en lo exótico del relato, pero no en por qué sucede en ese lugar y no en otro, y por qué en esa fecha y no en otra», continúa González, cuestiones éstas en las que más se fijó para la elaboración de un libro de 318 páginas cuya idea surgió a raíz del descubrimiento de los petroglifos del Teleno. Con la inquietud de encontrar una razón de ser a esos santuarios de origen prehistórico, profundizó en materias como la astronomía, la historia de las religiones, el arte rupestre o la cultura tradicional, particularmente, aquella asociada a celebraciones festivas.

Y todo ello acompañado de un trabajo de campo en el que «uno se da cuenta de que la gente mayor atesora un patrimonio cultural importantísimo que puede dar claves para comprender la cosmovisión de aquellos seres humanos que hace siglos, o milenios, nos precedieron», dice.

En conexión con el Universo. Pero, ¿qué es un lugar sagrado, como el caso de los parajes leoneses del Teleno o la Cruz de Fierro? «Es un espacio que, por alguna razón, se diferencia del resto, es singular, y permite la comunicación del hombre con aquellas fuerzas que gobiernan los ciclos y procesos del Universo. Influir o controlar estas fuerzas, mediante magia o religión, era esencial para garantizar la supervivencia de las comunidades humanas. Y ese es el germen de la ciencia». Bajando al terreno, confiesa Miguel Ángel González tener predilección «por las historias de culebrones (dragones) asesinados por un santo o santa. En esta zona de estudio hay una muy especial, la de la moura y virgen Santa Marina y el dragón del río Duerna»; combates entre el bien y el mal a los que se busca una interpretación en el libro. También adelanta el autor que nuestro antepasado astur «no era politeísta, sino que distinguía distintas facetas de la divinidad. Así, el dios del Teleno era el componente masculino del dios supremo, el Dios-Toro consorte de la Gran Diosa, y padre del Dios-Hombre-Árbol que muere todas las primaveras para salvar a los hombres y que renace con el solsticio de invierno. Teleno, también denominado Balar, Taranis, Tyr, Marte, etc., era el Señor de la Muerte, de la Noche, del Invierno y del Laberinto. Y muchos de los petroglifos del Duerna guardan una especial relación con él».

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