Diario de León

La monumental vida de Ángel Muñiz Alique

El genial escultor leonés, fallecido hace una semana, deja una huella perdurable en forma de obras en España y Argentina
 

El escultor Ángel Muñiz Alique. DL

El escultor Ángel Muñiz Alique. DL

León

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Si se midiera al artista por su huella perdurable, Ángel Muñiz Alique también sería ganador. No por KO, como en su pasión por el boxeo, pero sí en un combate rico en acontecimientos, de tantos asaltos como se necesitan para una vida plena, en la que el genial creador se impuso con contundencia de escultor incansable. Ángel Muñiz Alique (La Coruña, el 2 de agosto de 1926- León, 19 de marzo de 2022) no necesitaría nada más que sus apellidos para identificarse si no fuera porque pertenece a una familia de trascendencia en León , de talento en muchas facetas. 

En su caso, es imprescindible hacer varias paradas tanto en su trayecto artístico como personal porque su inquietud, que le llevó a tocar todos los palos, no le impidió dejar constancia concreta con sus obras, y, de alguna manera, ya en su periplo leonés un contador tanto de acontecimientos como de puesta en valor de las personalidades que de alguna manera dibujaron un León que intentaba, y a veces conseguía, ser luminoso y referencia cultural. Su carácter polifacético es como una caja de sorpresas. De hecho, él mismo se encargaba de rectificar su biografía cuando parecía que algo se estabilizaba. Porque algo de eso tiene que haber si alguien que logra destacar en Argentina como escultor, un buen día llega a la conclusión de que sí, que está muy bien el reconocimiento allí pero que necesita replicarlo en su país, y, más en concreto, en su ciudad León . Es decir, que no es un artista que se hace en su tierra y después amplía fronteras, sino que opta por el camino difícil.

Tiene Muñiz Alique algo de escultor orgánico. De los que sitúa lo físico a la misma altura que la creación. Y lo traspasa, o tal vez surge de ahí, por aquello de ese carácter de ida y vuelta como un son, a su vida. Conocida es la historia de su amor por la Naturaleza y los animales, que le llevó a poseer (mascota se quedaría corto) un lobo y un león .  En Bahía Blanca es autor del Monumento a la maternidad. También del Monumento de Aníbal Troncoso (exfutbolista de Boca Juniors). Es tan solo una prueba de su variedad temática, que corrobora ya en León y que se puede comprobar a día de hoy cuando su obra sugiere un paseo por la ciudad que se explica con sus propias esculturas. Porque de sus manos surge que sean inolvidables, evidentemente también por sus propios méritos, Ángel Barja, Odón Alonso. O defina esta provincia a partir de sus actividades: minería, ganadería, o sus hechos diferenciales como la lucha leonesa. 

Pero en cualquier caso, su figura es poliédrica e indomable. Se aleja de lo convencional y desarrolla una conciencia artística para justificar su obra. De sus inicios y su peculiaridad dejó constancia en algunas ocasiones. Siempre genial. Como le explicaba a Emilio Gancedo en este periódico, no tiene desperdicio: Comenzó mecanografiando juicios de faltas, también en notarías, y en Antibióticos fue nada menos que el primero de sus trabajadores, esto es, quien efectuó todas las labores previas a su instalación en León («era tanto ingeniero como señora de la limpieza», dice).

Jefe de Compras hasta 1951, ese rígido mundo de horarios y reuniones no acababa de ir con él («en una ocasión, y aquella fue muy gorda, me olvidé el maletín con las nóminas en el bar La Solera, llegué a casa, pegué un bote y marché corriendo por todos los bares donde había estado. ‘¿No han encontrado un maletín?’, pregunté. ‘¿Y cómo sé yo que es suyo?’, me largó el tipo. ‘¡Coño, pues porque tiene 190 mil y pico —le dije la cifra exacta— de pesetas!’».

 

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