Muere Luis Racionero, el liberal psicodélico que trajo la contracultura

«Sin libertad no puede haber creatividad, y sin creatividad las libertades son estériles y las culturas están muertas», sostenía Luis Racionero en El arte de escribir , un ensayo publicado en 1995 que llevaba como subtítulo Emoción y placer del acto creador . La libertad y la cultura guiaron la abrumadora actividad del escritor catalán, que falleció ayer a los 80 años, según informó la Conselleria de Cultura de la Generalitat.

Ensayista, novelista, articulista, urbanista... Racionero fue un tertuliano de cabecera en los debates televisivos de los 80 y 90, cuando todavía no se habían convertido en gallineros para dar espectáculo. Ingeniero industrial, economista, beca Fullbright y doctorado en Urbanismo en Berkeley, el exdirector de la Biblioteca Nacional entre 2001 y 2004 fue lo más parecido a un intelectual conocido por las masas, a lo que sin duda ayudó su aparición en el papel couché de la mano de dos de sus parejas: la doctora Elena Ochoa, hoy mujer de Norman Foster, y María Vidaurreta. En su libro de memorias Sobrevivir a un gran amor, seis veces habla sin tapujos de su concurrida vida sentimental, incluida su relación con la actual lady Foster.

Profesor universitario en facultades catalanas, candidato por ERC en las elecciones del 82 y autor de una treintena de libros de distintos géneros, Racionero nació en La Seu d’Urgell en 1940. Su padre era militar de familia castellana y su madre pertenecía a una familia de terratenientes rurales catalanes. «Esta mezcla me da una ventaja», sostenía. «Cuando me siento castellano puedo ver la mezquindad de los catalanes; cuando veo las cosas desde mi lado catalán descubro el fanatismo y rigor de los castellanos». Fue su paso por Berkeley con 18 años lo que marcó su pensamiento. Allí estudio Urbanismo, una disciplina que en España aún no contaba con grado universitario.