Diario de León

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A las 5 de la mañana, sin testigos ni autoridades, para que no se enterara nadie. Así se inauguró. Aunque esté a 5 metros de altura se ve que no había caído bien en León ese Guzmán del gran escultor Marinas. Mariñas no, Marinas. Que quede claro. Si el callejero de León homenajea al artista lo hace con el apellido mal puesto. Es decir que lo de ese Guzmán al que se le adjudica la antipática letra de «si no te gusta León...» parece asunto maldito, condición también tan proclive en tierras leonesas para que las cosas queden así, malditas.

Ahora que se da opción a ajustar los nombres de las calles y saltarse el despropósito histórico, bien podría solucionarse y aclararse quién es el escultor Mariñas, si el que ocupa este artículo pero con errata o cualquier otra opción que ponga en valor lo que tal vez primero ven los viajeros que llegan a León en tren.

Aniceto Marinas era un escultor segoviano que tuvo que trabajar mucho para encargos institucionales en donde las figuras representadas parecían estar obligadas a tener como denominador común el tinte heroico.

Amancio González, un escultor de referencia en León, destaca la importancia artística de esta estatua que preside el Bernesga tanto por su valor concreto como por la trayectoria del artista. Y ahí es donde debe quedarse cualquier circunstancia para centrar la puesta en valor de ese Guzmán leonés. «Aniceto Marinas lo humaniza. Entrega el puñal pero mira para otro lado. Refleja la escultura lo complicado de esa decisión desde el punto de vista humano, de un padre hacia su hijo. Pero se ve que a las autoridades no les gustó...», explica González.

El resto es una historia de una escultura que es como de la familia, pero que tiene por autor a un de los escultores más importantes de su tiempo, con trabajos por toda España en donde su personalidad se refleja tanto por el testimonio histórico que narra en sus figuras como el pulso de artista que hace que aún tenga toda la vigencia.

La importancia de Aniceto Marinas (Segovia, 1866-Madrid, 1953), remarcada de diferentes formas, se ve reflejada en este texto del Museo del Prado: «Escultor español. Es pensionado por la Diputación Provincial de Segovia en la Escuela de San Fernando de Madrid y ya en 1887 logra segunda medalla en la Exposición Nacional. Consigue pensión para Roma en 1890 y desde allí sigue enviando obras a las Exposiciones Nacionales. Su escultura ‘El dos de mayo de 1808’, situada en los jardines del General Fanjul de Madrid, consigue primera medalla en 1892 y con ‘Velázquez’, del paseo del Prado, obtiene otra primera medalla en 1899. También recibe galardones internacionales en Chicago y Roma. Exaltar episodios y personajes de la historia española. Realiza esculturas que están muy relacionadas con la pintura de historia que triunfaba en el siglo XIX, como el relieve de ‘San Juan de Sahagún’ pacificando a los bandos de Salamanca en 1476. Su obra más considerable es el monumento a ‘Daoíz y Velarde’ de la explanada del Alcázar de Segovia, aunque realiza otros muchos, como el monumento a ‘Guzmán el Bueno’, en León, el ‘Héroe de Cascorro’, en el Rastro madrileño, el ‘Monumento a las Cortes’, en Cádiz, la figura de la Libertad, en el monumento a Alfonso XII del Retiro, o la escultura de ‘Legazpi’, en Zumárraga (Guipúzcoa).

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