Diario de León

Patrimonio

El palacio de los reyes de León emerge en San Isidoro

Aparecen restos de las dependencias palatinas durante la reforma del museo, que concluirá en verano. Descubren vestigios que podrían ser de un templo romano

Elementos arquitectónicos aparecidos en la excavación. RAMIRO

Elementos arquitectónicos aparecidos en la excavación. RAMIRO

León

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La angosta entrada al Museo de San Isidoro era un ‘cofre del tesoro’. Las obras de reforma y ampliación del espacio expositivo de la colegiata, que concluirán en verano, han sacado a la luz buena parte de los 2.000 años de historia de este enclave, desde época romana a las construcciones civiles y religiosas que representaron el centro de poder del Reino de León.

A sólo cuarenta centímetros de profundidad se hallan algunas de las claves del edificio. En los 75 metras cuadrados excavados han aparecido restos del palacio de los monarcas leoneses, que ya había ‘asomado’ en las prospecciones llevadas a cabo en el atrio de la basílica hace siete años.  

Los vestigios permiten documentar la existencia de un palacio real en este lugar durante los siglos XI y XIV. Y es que, la corte leonesa contó con cuatro sedes: el palacio de Ordoño, construido sobre las termas romanas y hoy bajo la Catedral, Palat del Rey, San Isidoro y el palacio de Enrique II de Trastámara, en la calle de la Rúa y construido entre 1360 y 1370, aunque su calidad constructiva fue tan pésima que apenas duró en pie treinta años. Hoy en día, sus restos están en el Museo de León y el Arqueológico Nacional de Madrid.  

Las excavaciones realizadas por el arqueólogo Fernando Muñoz confirman que el Panteón Real se erigió sobre un conjunto de estructuras romanas. Han salido a la luz restos de las sucesivas fortificaciones de la Legio VII y de una estancia que podría ser un templo dedicado al dios Mercurio, como siempre sostuvo el anterior abad, Antonio Viñayo.  

Pero ha habido otro hallazgo, visualmente más espectacular. Se trata de los restos de dos hornos de fundición de campanas, datados entre los siglos XIII y XVI; anteriores, en cualquier caso, a la construcción de la biblioteca renacentista de la planta superior. Se conservan el foso y el molde de la campana. Como rareza tipológica, muestran un tiro o chimenea en la parte posterior a la entrada de combustible, cuya misión sería introducir aire caliente para el recocido del molde.  

Al tratarse de una ‘rareza arqueológica’, los técnicos de la Fundación Montemadrid, que cofinancia las obras —aporta dos millones de euros y otros 600.000 el Cabildo—, han decidido preservarlos; uno de ellos de forma visible para los futuros visitantes, según confirmó ayer el responsable de Patrimonio de la citada entidad, Gabriel Morante. Ante tantos hallazgos, presentados ayer a la prensa, el abad de la real Colegiata, Francisco Rodríguez Llamazares, dio la bienvenida a un espacio «insólito».  

Las excavaciones depararon una sorpresa más: algunos valiosos elementos arquitectónicos y ornamentales, utilizados en algún momento como ‘escombros de relleno’ y que con seguridad serán mostrados en el futuro museo.  

derribos sin daños  

Las demoliciones en el interior del museo, que ahora parece un cascarón vacío, han tenido en vilo a los técnicos. Un proceso «crítico» por la cercanía de las pinturas del Panteón Real, uno de los tesoros medievales más importantes de Europa, y la recientemente restaurada cámara de doña Sancha. Ambos espacios han estado monitorizados para evitar riesgos.  

Por planos del siglo XVIII se conocía la existencia de un arco monumental anterior a la estrecha puerta de acceso al museo desde finales de los años 50, que ha aparecido al picar las paredes y será la nueva entrada.  

El director de la Fundación Montemadrid, Cristóbal Sánchez, destacó ayer, a pie de excavaciones, la importancia de «poner un tesoro nacional al servicio del público», con «un grado de accesibilidad enorme». San Isidoro amplía el espacio expositivo de 1.200 a 3.200 metros cuadrados e incluirá nuevas estancias que hasta ahora no eran visitables, como la escalera renacentista, el adarve de la muralla o las galerías altas del claustro procesional. Más salas para mostrar el colosal tesoro de la colegiata, con obras que no se habían podido exhibir, como el Pendón de San Isidoro o el ajuar funerario de la infanta doña María.  

El director general de Patrimonio Cultural, Gumersindo Bueno, afirmó que las actuales reformas permitirán «valorar más» San Isidoro. La Junta está actualmente terminando la restauración del claustro procesional o claustro Fonseca, en el que ha invertido 437.960 euros. Este espacio y la cámara de Doña Sancha, cuyas pinturas murales habían sido arrancadas en los 50 y volvían el año pasado a esta estancia, conocida también como la cámara del tesoro, tras una complicada restauración en ‘paneles móviles’, son dos nuevos espacios que se integrarán en el nuevo museo.

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