Diario de León

Obituario

La pandereta se queda huérfana

Marucha Martínez (1940-2020), una panderetera leonesa de toda la vida, deja muchos amigos solos, pero nos deja a todos un legado de amor y de cultura que los leoneses no deberíamos olvidar.

Publicado por
David Álvarez Cárcamo
León

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María Martínez Morán, Marucha, era una mujer elegante. A simple vista nadie diría que era una de las principales mantenedoras de la tradición oral de la provincia de León.

Nació en Casares de Arbas, tierra de peñas y nieve, en 1940, al poco de acabar la Guerra Civil, en el seno de una familia portadora de romances, bailes y cantares. Desde niña pudo aprender todos los sones y canciones que escuchaba en casa, junto a su hermana Cilinia, o en las calles de su pueblo, con sus amigas Nieves, Pilar, Ángeles, Adamina o Isolina.

El tiempo la llevó a Bélgica, a enviudar muy joven y tener que sacar adelante a una hija en el León de los años 70 y, por último, a conocer el movimiento de revival de las tradiciones que comenzó en la década de los 80.

Desde aquellos años, Marucha ha ayudado a todos los que hemos llamado a su puerta para aprender a tocar la pandereta, de la que era una de las mejores intérpretes del país, a bailar la jota, lo llano y los titos al modo de su Casares del alma y a cantar los innumerables temas que recordaba.

Y todo con su sonrisa y su ánimo. Incluso pudo dejar su legado en un cuádruple cedé en el que ella y sus amigas de Casares cantaron y contaron, para que todos podamos conocer nuestra cultura.

El amor de Marucha por su pueblo y la cultura llegó a tal punto que consiguió, tras mucho esfuerzo y sinsabores, que Casares recuperara la ermita de San Roque, malvendida décadas atrás y que ha vuelto a lucir como merece ese edificio.

Marucha deja muchos amigos solos, pero nos deja a todos un legado de amor y de cultura que los leoneses no deberíamos olvidar.

Hasta siempre.

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