Diario de León

Arte

Personas y máquinas de Azón

La Galería Sharon Art presenta hoy la obra del enigmático artista asturiano, que resume sus influencias en un espíritu viajero, de París a Nueva York

Uno de los cuadros del artista asturiano Luis Azón, que expone en Sharon Art. DL

Uno de los cuadros del artista asturiano Luis Azón, que expone en Sharon Art. DL

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Entre coches, motos, aviones y máquinas, lleva la Humanidad gran parte de su historia, y Luis Azón lo cuenta en sus cuadros. Desde hoy se pueden ver en la Galería Sharon Art. Azón es un artista asturiano del 65 con mucho bagaje, tanto como el enigma que casi antepone a su persona para que prevalezca su trabajo. Pero como es un hombre de calle, viajero y un buscador de experiencias, su firma ha vivido peripecias grandes que él resume como anécdotas. Por ejemplo, el encargo que tuvo para realizar un cuadro, regalo a los actuales reyes de España. «Sí, pero es algo más alimenticio que otra cosa», afirma. En este proyecto, más que un retrato al uso eligió una escena a la antigua usanza que representara el bautizo del Príncipe.

Pasada esta página, hay que retroceder y adelantar varios de sus tiempos y encontrar toda una colección de estampas de corte cinematográfico, con colores cálidos y dibujos de gran belleza en los que los personajes protagonizan la obra. «Combino la figura humana con las máquinas. Desde hace mucho tiempo. Me gustan los coches de época, que tuve algunos, ahora tengo dos, y las motos», señala, lo que le lleva a encontrar inspiración también en eventos como festivales.

Puede que una definición provisional de Luis Azón sea que crea escenas de época, pero en plural. Porque si retrató cuadros que remiten a los años 40, en estética y vestimenta, en otros momentos se ha remitido a músicos de jazz, y, por extensión, hasta los míticos años 60, con el Festival Euroyeyé de Gijón como telón de fondo, que tambiñen han pasado por sus lienzos.

«Cuando viajé a Nueva York me sumergí mucho en corrientes de pintura moderna, en los ilustradores americanos», incorpora a su ideario pictórico. Así, en ese viaje artístico constante al menos hace una parada: el incontestable Sorolla.

Y también, como otro capítulo de su vida, asegura que cuando se fue a París a estudiar Bellas Artes, lejos de la fascinación, aquello le resultó una experiencia fallida.

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