Diario de León

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Los petroglifos, por la puerta grande

El estudio sobre el yacimiento maragato, que lo vincula a sus congéneres galaicos, se dio a conocer en Lugo

Imagen reciente de los petroglifos de Peña Fadiel, con los Montes de León y el Sanguiñal al fondo.

Imagen reciente de los petroglifos de Peña Fadiel, con los Montes de León y el Sanguiñal al fondo.

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emilio gancedo | león
León

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Los petroglifos leoneses fueron ‘presentados en sociedad’ la pasada semana en el Congreso Internacional de Arqueología de Villalba (Lugo), donde se puso de manifiesto su vinculación con los famosos conjuntos de petroglifos galaicos —aunque, a la vez, se hizo hincapié en que mantienen características específicas, propias—, y que en la confección de estas laberínticas representaciones debió de emplearse «algún tipo de instrumento rotatorio».

El avance del estudio fue dado a conocer por los profesores Ana Neira y Federico Bernaldo de Quirós, del Área de Prehistoria de la Universidad de León; junto a algunos de los mayores expertos en petroglifos de la vecina comunidad, como Fernando Carrera y Natalia Cortón, de la Escola Superior de Conservación e Restauración de Bens Culturais de Galicia, y Antonio de la Peña, del Museo de Pontevedra. El trabajo, tal y como se indica al comienzo del mismo, «presenta un conjunto de grabados prehistóricos descubiertos recientemente en la zona de Astorga. El mayor interés de los mismos es la exhaustiva representación de motivos laberintiformes en un contexto geográfico lejano al área atlántica».

El avance o resumen del trabajo completo, facilitado a este periódico por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, comienza recordando que estos dos conjuntos de grabados, ubicados en la localidad de Lucillo y cercanos al monte Teleno, fueron descubiertos por el aficionado astorgano a la arqueología —y gran conocedor de la comarca— Juan Carlos Campos el 20 de enero de 2008, quien hizo público éste y otros hallazgos. La Consejería financió un proyecto titulado , en el que se incluían, también, otros grabados rupestres.

En el estudio consta que se realizaron «estudios para conocer el estado de conservación de los conjuntos a través de la inspección visual, fotográfica y la toma de muestras», y que el primer acercamiento al estado de conservación de los afloramientos se realizó en junio del 2009. «En ese momento —reza el documento—, además de una inspección visual y fotográfica, se procedió a una toma de muestras con intención de hacer un análisis del tipo de piedra y su estado de conservación. Asimismo, para un mejor conocimiento de los procesos de alteración activos, se realizó un catálogo y toma de muestras de las especies liquénicas (líquenes y musgos) presentes. El análisis del estado de conservación pudo determinar la adecuada resistencia del soporte, suficiente como para poder aplicar los métodos de limpieza y documentación propuestos sin ocasionar daños de ningún tipo sobre la superficie. Con inmediata posterioridad se realizó una limpieza de la superficie grabada».

En cuanto al formato general de documentación, éste consistió en la realización de un amplio reportaje de fotografías digitales: «Parte de esa documentación fotográfica fue utilizada para la obtención de restituciones fotogramétricas de los grabados rupestres —continúan los autores—. Con intención de contrastar la precisión del sistema anterior, se realizó además un escaneado láser que permitió obtener una ortofotografía comparativa. Se pigmentó superficialmente la roca y se realizó un calco directo sobre la misma. Una vez eliminado lo anterior, se ejecutó este método, consistente en el frotado de un papel carbón sobre un papel blanco colocado sobre el grabado. Las técnicas de dibujo, tanto planimétricas como las convencionales de dibujo de materiales, también fueron utilizadas».

De esta manera, los trabajos de limpieza y documentación permitieron definir con mayor claridad las unidades gráficas representadas. «La lectura iconográfica identificó surcos, círculos, canalillos, cazoletas y laberintos», enumeran.

Sobre las técnicas de ejecución de los petroglifos, los autores constataron «el uso de la abrasión en la confección de las cazoletas (cavidades redondas)», abrasión que «debió de realizarse con algún tipo de instrumento rotatorio». También observaron la presencia de piqueteado, técnica utilizada para el resto de los motivos. Y concluyen: «Los diseños plasmados sobre las rocas de Peña Fadiel obligan a dirigir la mirada hacia el mundo iconográfico de los grabados rupestres galaicos».

Juan Carlos Campos, el descubridor de estos valiosos —e inéditos tan al Este peninsular, comparados con los gallegos— yacimientos rupestres, se ha congratulado al ver cómo los petroglifos han sido presentados «ante la flor y nata de la arqueología española» y «con el mejor padrino posible», en referencia al profesor Antonio de la Peña. «Aunque no es el estudio definitivo, es lo más parecido a lo que estamos esperando», dijo, en referencia a ese material definitivo «que debería ser puesto al alcance de todos los leoneses y del público en general», según solicitó.

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