Diario de León

La piel escondida de la muralla

El desarrollo urbanístico ‘sepultó’ la cara interior de la fortaleza en varios puntos de su recorrido.

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cristina fanjul | león
León

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Hace dos mil años era el horizonte para los cientos de legionarios que obtenían refugio bajo su silueta. Parte del skyline, que se diría en la nueva lingua franca. Ignorada, olvidada, y amputada durante años, sus sillares se utilizaron para recrear la ciudad durante los mil años siguientes, si bien la necesidad de defensa que resurgió con la épica medieval recondujo el proceso, y sus muros se reforzaron con materiales olvidados tras la caída del imperio. La muralla, el monumento más grande, el que mayor presencia tiene en la ciudad, el que más siglos acumula y el que escolta la sombra de los leoneses a lo largo de más recorrido, tiene una piel escondida, oculta, desconocida, una piel que aparece y desaparece, que se levanta como una brecha en una calle para hacerse invisible en la siguiente. El Plan Director, redactado en el 2009, preveía actuaciones integrales —en el exterior, en el interior y en el adarve— en la avenida de los Cubos y en el lienzo norte (en la zona próxima a Puerta Castillo). En la zona de San Isidoro se planteaba la restauración exterior y del adarve así como la investigación de la cara interior. En la calle serradores se preveían actuaciones de restauración integral del monumento teniendo en cuenta las propiedades anexas. «En cualquier caso, se buscaba la recuperación y la puesta en valor de todo el conjunto monumental como un único elemento arquitectónico, ya que de esta manera se comprendería su verdadera magnitud y su importancia en la configuración de la ciudad», destaca Melquiades Ranilla, el arquitecto que redactó el proyecto.

Sin embargo, este plan quedó en impasse debido a la crisis, con lo que, al menos de momento, la puesta en valor de la cara interna de la muralla tendrá que esperar.

En cualquier caso, la concejala de Urbanismo, Belén Martín Granizo, ha asegurado que el Ayuntamiento tiene proyectado acometer, de manera inmediata, el saneamiento del adarve de la muralla para impedir que penetre el agua en los muros y recuperar el frontal de la muralla en el yacimiento de Santa Marina. «Tenemos más acciones planeadas, pero iremos presentándolas según se hayan aprobado», destaca la edil.

Hace dos meses el alcalde anunció la puesta en marcha de una iniciativa para invertir 1,7 millones en la muralla siempre y cuando se obtuviera el 1% Cultural. El objetivo es inaugurar el paso de ronda que discurre por la avenida de los Cubos. El paseo entre la Casona de Víctor de los Ríos y el hospital de La Regla conlleva paralelamente una intervención de emergencia valorada en 931.700 euros; así como obras para convertir la fortificación romana en un monumento visitable y accesible —básicamente, pavimentación del suelo del adarve y colocación de barandillas de protección—, por importe de otros 102.000 euros; y, por último, la rehabilitación de los lienzos interiores de la muralla en el solar de Santa Marina. Un ascensor situado en la Casona de Puerta Castillo permitirá subir a la muralla y transitar por ella desde el Arco de la Cárcel hasta la Catedral; un pasillo de unos cuatro metros de anchura. El informe que el alcalde presentó en septiembre en el Ministerio de Cultura estima que el arreglo de cada metro cuadrado de la muralla cuesta 605 euros.

El Plan Director prevé cuatro tramos paseables: el de Ruiz de Salazar —abierto hace dos años—, el de Puerta Castillo-las Clarisas, que será el próximo objetivo del Ayuntamiento, el que discurre a lo largo de la avenida de Ramón y Cajal, que tendría acceso desde la Casa de Espiritualidad y, por último, los cien metros de la fortificación que se conservan entre el palacio del Conde Luna y Conde Rebolledo, hoy prácticamente invisibles, al estar ‘engullidos’ por varios edificios.

El Arco de la Cárcel supone uno de los «escollos» de la futura ruta por la muralla. Melquíades Ranilla aportaba dos soluciones: o bien un itinerario entre la Catedral y Era del Moro en dos etapas —es decir, subiendo y bajando para librar este «obstáculo»— o la construcción de una pasarela por detrás de don Pelayo. La segunda alternativa no sería novedosa, ya que en su día existía un «puente» en esta zona para hacer la ronda de la muralla, que se derribó cuando se construyó la puerta medieval.

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