Diario de León

CULTURA

Pintura con el duende del flamenco

Micaela Flores ‘La Chunga’ presentó su pintura naïf en la galería de arte Ármaga

La Chunga durante la presentación ayer de su exposición en León

La Chunga durante la presentación ayer de su exposición en León

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MARCELINO CUEVAS | LEÓN
León

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El misterioso duende del flamenco asciende por los brazos de La Chunga para convertirse en magia. Sus manos dibujan en el aire arabescos imposibles, le acarician, se agitan con nerviosismo y trazan interminables curvas con dulzura. La Chunga con su baile, ahora que el tiempo se ha llevado a crueles mordiscos una parte de la fuerza de sus piernas, de esos pies descalzos que conectaban con las sinergias profundas de la tierra, cuenta historias a través del poder de sus manos, de sus dedos inquietos, de esos brazos morenos en los que habita travieso el duende del flamenco.

La Chunga ha vuelto a León con unas pinturas en las que también cuenta historias, profundas historias gitanas, relatos que vibran con la cadencia del cante jondo. Sus manos nerviosas pintan mujeres gitanas llenas de serenidad, de mirada triste, de huidiza sonrisa. Pero las pinta con alma, las hace bailar en escorzos imposibles moviendo con gracia singular los volantes de sus batas de cola. Y son personajes oscuros, brillantemente oscuros, como su propia piel. Y son morenos, reverberantemente morenos, como los ojos chispeantes de la diva.

Las pinturas que La Chunga expone estos días en la galería de arte Ármaga están llenas de color, en ellas subyace el optimismo. Un baile, una boda, una fiesta… Son los recuerdos de la genial bailaora los que se reflejan en sus sencillas pinturas. Contemplándolas uno se da cuenta de que no hacen falta técnicas perfeccionistas, ni rígidos cánones, ni matemáticas perspectivas, para crear arte. La Chunga pinta, ella lo ha dicho, «para contar todo aquello que ya no puedo expresar a través del baile». Y la verdad es que lo consigue plenamente.

Pero La Chunga tiene tras de sí una larga historia que conviene recordar. La Chunga, nombre artístico de Micaela Flores Amaya, originado por un apelativo familiar, nació en Marsella (Francia) en 1938. Es hija de padres andaluces y vivió desde que tuvo un año de edad en Barcelona, ciudad donde se inició artísticamente a los seis años bailando por los bares hasta que la descubrió el pintor Francisco Rebés, quien encauzó su trayectoria artística y la presentó en el cabaret El Emporium, convirtiéndose en una figura atrayente para un grupo de intelectuales catalanes.

En el estudio de su protector se aficionó a la pintura, practicándola con un peculiar estilo naíf. Como bailaora mereció las alabanzas de Picasso y Dalí. Después de una serie de actuaciones por el litoral mediterráneo, formando parte de un grupo flamenco, Pastora Imperio la contrató, en l956, para su tablao de Palamós, pasando seguidamente a Madrid y debutando en el tablao El Corral de la Morería. Por recomendación de Ava Gardner, interviene en Hollywood en dos películas.

La Chunga ha sido portada en multitud de revistas internacionales e inauguró la televisión en color en los Estados Unidos, pero hace ya muchos años que los medios de comunicación no hablan de ella, cosa que sorprende en el mundillo de la prensa del corazón. «Quizá sea —dice— porque los odio, los odio con toda mi alma. Mientras hablen de mi baile y de mi pintura, fenomenal. Ahora, si se meten con mi persona, como lo están haciendo con otros, prefiero que no se acuerden de mí para nada».

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