Diario de León

Poesía

«Prefiero la España vaciada a la adulterada»

Eugenio García Fernández presenta ‘Un eco de esos días’, un poemario de juventud en el que prima su territorio de infancia

El poeta leonés Eugenio García Fernández, que presenta ‘Un eco de esos días’, ayer en el Centro Cultural Galileo de Madrid. BENITO ORDÓÑEZ

El poeta leonés Eugenio García Fernández, que presenta ‘Un eco de esos días’, ayer en el Centro Cultural Galileo de Madrid. BENITO ORDÓÑEZ

León

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Un eco de esos días (Vitruvio) es poesía del pasado hecha presente en la voz de un autor peculiar. Eugenio García Fernández rescata en este libro, uno más entre sus poemarios y los que vendrán, una década tan prodigiosa para él, de los 20 a los 30 años, como para lo que fueron esos tiempos para España: 70-80. Y ofrece un amplio recorrido vital en el que lo introspectivo se mezcla con lo natural. Mientras, añade citas como versos de autores universales que sirven tanto de introducción como de declaración de intenciones de alguien para quien la poesía es un asunto vital, totalmente alejado de lo mercantilismo. Porque si interesa lo que escribe García Fernández, como lo demuestran las siempre grandes críticas que recibe de este su oficio escondido, lo mismo ocurre con su afán de nunca pasar al primer plano, o al menos intentar evitarlo.

Lo bueno de todo esto, como elección voluntaria, es que no hay impostura en este empeño que tiene en no pasar a la historia. Queda demostrado que tiene este leonés de Sueros de Cepeda una vanidad a prueba de bomba. O que puede vivir sin la palmada superficial en la espalda. Y mientras, él a sus versos. Antonio García Fernández alcanza la plenitud poética desde lo que hace ahora como en lo que hizo antes. Y confluyen claves que él tiene bien localizadas en su pueblo de la infancia, esto es Sueros de Cepeda, y León. «Mi infancia siempre está presente en mi cabeza», advierte el autor, residente en Madrid y que ha sido hasta su jubilación profesor de Literatura. Y esa infancia está así asociada al imaginario rural y campesino.

De hecho, aporta una mirada necesaria hacia los pueblos. «Yo recuerdo que Sueros de Cepeda era más grande que lo que es ahora», dice al hilo de esa España vaciada tan en boga. «En los pueblos hay esa soledad necesaria. Pero no hablo de esa soledad como tragedia del abandono, de la falta de medios, de médicos», aclara, porque también añade con cierto humor que hay que estar alerta, ya que «mirar las cosas con ojos de poeta es egoísta», afirma. Y así alcanza una reflexión mayor: «De todas formas, prefiero la España vaciada a la España adulterada».

Aunque Un eco de esos días tiene como idea genérica los años 70 hasta los 80, en este poeta hay un territorio común a todo que es el citado de la infancia. Por eso, aunque estudió en Madrid, vivió y dio clase en Sevilla y posteriormente en Madrid, la referencia rural de Sueros de Cepeda está presente aunque haya vivido esa década en la que España vive la muerte de Franco y la llegada de la Democracia. «Madrid era una ciudad muy viva. Un poco mitificada. Yo no viví la época de represión. Y sí, eran tiempos de una universidad muy movida pero también muy manipulada», recuerda con escepticismo.

En cambio, en ese territorio leonés de infancia y adolescencia encuentra claves que ahora son fundamentos en su idea incluso literaria. «Mi vocación poética surgió en Astorga. Yo daba con la antología poética de Gredos de Vicente Alexandre en la biblioteca y me la llevaba. Y algún profesor me decía que no iba a entender nada...», rememora. Pero ahí empezó todo. Aunque sea un poeta que huye del primer plano. «Creo que sé escribir y doy ese primer paso, pero no soy relaciones públicas». Lo dice y lo hace. Utiliza el libro porque es su medio de conocimiento. Para leer, aprender y enseñar y reunir sus trabajos literarios. Pero de ahí a hacerse su propia campaña de promoción hay un paso que no dará. Respecto a la enseñanza muestra una de cal y una de arena. «Hay alumnos buenos siempre. Por estadística tiene que haberlos. Son estupendos. Pero víctimas de un sistema demagógico y unos planes de estudio que cada vez que cambian lo hacen a peor», asegura.

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