Sus primeros libros continúan en el molino

El edificio en el que Eugenio de Nora residió durante su niñez y parte de su juventud es un molino maquilero típico de las riberas centrales leonesas, es decir, de gran porte, con amplios arcos sobre la presa —la del Bernesga— y su correspondiente añadido de cuadras y lastras, en este caso en estado no demasiado bueno. Hace más de quince años, en el transcurso de una investigación etnográfica sobre los molinos del alfoz leonés, los hijos de De Nora lamentaban ante uno de los encuestadores el hecho de que en España, a diferencia de casi cualquier otro país de Europa, no se cuide más este tipo de arquitectura tradicional, con ayudas públicas de diverso tipo y ausencia de trabas burocráticas para su restauración. «Si este molino estuviera en Suiza estaría perfecto», decían entonces. El inmueble contiene, aún hoy, los textos escolares y los primeros libros que sirvieron para comenzar a apuntalar el enorme edificio literario de Eugenio de Nora.