Diario de León

Proyecto artístico

"Los pueblos vacíos tienen habitantes"

Silvia Zayas desarrolla ‘Puebla’, becada por el BBVA, sobre el abandono rural

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León

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Todo está en la mente, pero a veces está un poco sobrevalorada. Donde esté un cuerpo en movimiento, en acción, deporte, baile, que se quite una idea. No vaya a terminar siendo mala. Si se alcanza la combinación cuerpo y mente se llega a la excelencia. Y, generalmente, no se para. Cuando se buscan referencias de Silvia Zayas (León, 1978) ocurre algo parecido. Aunque uno no sabe dónde detenerse para concretar qué hace y contarlo con justicia. Un ejemplo: Trabaja en los límites de las artes escénicas, el video y coreografía expandida. Lo dicen en la Tabakalera, centro artístico de San Sebastián. O en Madrid en la Casa Encendida y en el Matadero. Visto que se complica por interesante, antes de seguir hay que dar la noticia y un par de matices. Silvia Zayas  comienza en septiembre el rodaje de Puebla, becada por el BBVA para desarrollar proyectos de videoarte. Junto a María Jerez,  con la que forma tandem en este proyecto, eligieron un tema de candente actualidad en la provincia de León y a nivel nacional como es la melancólica realidad de los pueblos deshabitados. De primeras, lanza el primer órdago inquietante: «Queremos contar que están deshabitados de humanos, sí, pero hay ‘otros’ habitantes: animales, vegetación, la propia Naturaleza».

Zayas estudió psicología, e incluso ejerció durante cuatro años, pero su cuerpo le pedía bailar. Es pianista pero se embarcó no hace tanto en el doctorado. Crea imágenes como conceptos, pero al habla con ella transmite comunicación inmediata y amabilidad.

Así, insiste en resaltar al que podría denominarse equipo Puebla, que, en Huesca, en uno de los aproximadamente 3.000 pueblos deshabitados que hay en España, rodarán y crearán una historia sobre qué hay después del fin de los pueblos. «En Puebla trabajamos en coautoría María Jerez y yo. Pero me gustaría destacar al equipo: Alejandra Pombo (performance), Victor Colmenero (escenografía y performance), Quiela Nuc (ayudante de cámara y etalonaje), Maral Kekejian (ayudante de producción), Nilo Gallego (banda sonora) y otros aún por concretar. Nos ha apoyado Tres Piedras en Ara, Huesca».

Colaboración local
El personalísimo y genial músico leonés Nilo Gallego será el encargado de la banda sonora

Si a Zayas se le habla de su trabajo, puede que responda preguntando: «¿Cómo lo definiría?», diría con incertidumbre, aunque ha descubierto una fórmula fácil de entender. «Desde hace años, como es una pregunta tan difícil, suelo decir que trabajo en una idea relacionada con el cine, aunque no ocurre en la pantalla. Lo que se crea está desplazado de la pantalla».

Sobre esa idea resulta que ahora mismo Silvia Zayas ya ha desarrollado multitud de proyectos. Y se da la paradoja de que ahora, con Puebla, una obra de videocreación, puede que se acerque a un concepto más relacionado con el lenguaje cinematográfico.

Obra de videocreación ‘Poner la lavadora’, de Silvia Zayas. DL

Tiene Silvia Zayas incluso méritos que casi prefiere no recordar, como es el de su faceta literaria, cuando no tenía ni 20 años pero ganó en León el Premio Provincia de Poesía por Somos estacionarios. Es decir, que  su formación académica resultó ser un paréntesis o un colchón para alguien que tenía ya desarrolado su instinto creativo. «Fui a Madrid y me fui quedando. Y terminas viviendo aquí. A veces, la cultura está demasiado centralizada y en mi caso me sirvió para formarme de una manera continua, para ser público de muchas cosas», recuerda de los tiempos posteriores que le llevan al hoy.

Otros seleccionados  
La leonesa destaca a otros becados como Raúl Díez Alaejos y Chus Domínguez

Y este hoy gira en torno a un pueblo vacío (unos cuántos han visto para que se ajusten a las posibilidades de rodaje) y la pregunta que parece contrasentido: ¿Qué hay donde no hay nada? ¿Qué se percibe? «Al llegar a un pueblo vacío se percibe la construcción, la ubicación. Casas de adobe, ramas que se confunden con lo material, vegetación que se come la piedra, casas con sombreros de árboles, animales...», relata, dejando claro que el vacío es un imponente argumento.

«Es curioso, porque en estos pueblos abandonados puede que te encuentres con una iglesia románica, o una con un techo neomudéjar, por ponerte dos ejemplos. Y son edificios protegidos. Pero se caen», asegura.  

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