Diario de León

«Quiero guiar al lector a la magia de la vida»

Nació escritor en León. Pero José Ignacio García es un donostiarra que vive en Valladolid. Confirma que se puede ser de donde uno quiera o sienta. Presenta ahora unos crisantemos navideños que son 25 cuentos de Navidad en 25 años de autor

José Ignacio García encuentra en León todas las
claves de su literatura, desde los comienzos hasta
la actualidad. Vuelve con ‘La memoria de los
crisantemos. Y otros cuentos de Navidad’
(Castilla Ediciones). J. GONZÁLEZ

José Ignacio García encuentra en León todas las claves de su literatura, desde los comienzos hasta la actualidad. Vuelve con ‘La memoria de los crisantemos. Y otros cuentos de Navidad’ (Castilla Ediciones). J. GONZÁLEZ

León

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En el caso de José Ignacio García (San Sebastián, 1965) el ser literario es un sentimiento inolvidable. La vida le trajo a León y aquí se envenenó de letras y hasta hoy se convirtió en escritor en un ambiente en aquel entonces de finales de los 80 y principios de los 90 en el que las ilusiones de una buena generación de creadores eran un asunto imparable que requería del ambiente literario presencial. Otros tiempos. Así se fraguó su figura de autor que tiene un momento culminante cuando en 2009 gana el Premio Miguel Delibes de Narrativa por Entre el Porvenir y la Nada .

La memoria de los crisantemos. Y otros cuentos de Navidad (Castilla Ediciones) es el libro que le trae de actualundefinedidad y con el que, además undefinedde poner el acento narrativo a estas fechas, celebrará en 2023 su cuarto de siglo desde su irrupción en el mundo de la literatura. Algo de cábala habrá entre tanto 25.

Leonés por convicción

Se define como «escritor leonés» porque aquí comenzó su aventura literaria hace 25 años

Antes de La memoria de los crisantemos. Y otros cuentos de Navidad García escribía y escribía hasta que llegó su primer libro Me cuesta tanto decir te quiero . Y algo se ha avanzado porque asegura que ya no le cuesta tanto. «En absoluto. El amor tiene que ser sincero. Hace 25 años no estaba enamorado, aunque compartiera el camino de la vida con otra persona. Ahora, una mujer excepcional me motiva para decirle que la quiero, y demostrárselo, a cada instante», explica. Y más, sobre estos 25 que se convierten en fecha clave, para el donostiarra tienen todo el sentido y cabe de todo: «Veinticinco cuentos por veinticinco años y porque el 25 es Navidad. Todos esos cuentos están escritos durante todos esos años. Y, claro está, en Navidad cabe todo, desde lo más conmovedor a lo más dramático. Son fechas como otras del calendario. Solo las diferencian los villancicos, los espumillones y la necesidad incontenible que las personas tenemos de ser felices y de reunirnos con otras para compartir ese sentimiento. O la soledad y la amargura que se acentúa en quienes han perdido a alguien fundamental o se han quedado irremisiblemente solos», relata, y va dejando así claves acerca del contenido de este laberíntico libro de relatos.

Si durante un tiempo, José Ignacio García ha sido el gran hilo conductor del libro Cuentos de Navidad , en el que une a diferentes autores con relatos navideños, esta vez ha asumido toda la carga. Asegura que la experiencia ha sido «sorprendente, y por momentos resbaladiza. La propuesta surgió en agosto y de manera inesperada. Mi editor quería celebrar con este libro mis bodas de plata narrativas, a partir de relatos navideños. Me puse a rebuscar y al final descubrí que tenía muchas más historias relacionadas con la Navidad o con el frío de las que era capaz de recordar. Recopilé aquí y allá, vestí de fiesta para la ocasión a algunos relatos un poco desaliñados por el tiempo, he escrito media docena en los que he puesto lo más íntimo de mí… Y gracias a eso estoy consiguiendo que cada presentación, cada encuentro con lectores sea una fiesta, un reencuentro, un regocijo, una recuperación de abrazos perdidos», dice.

La lectura de La memoria de los crisantemos. Y otros cuentos de Navidad es un paseo por personajes típicos navideños y no tanto, estrafalarios o desheredados sin más, que tanto juego dan en cualquier momento y que llevan a pensar qué será de ellos el resto del año. Y el «escritor leonés», como gusta decirse de sí mismo, tiene una respuesta: «Mis personajes no son como las figuritas de un belén, no acabarán recluidos en una caja y arrumbados en el desván. Derrochan vida y la seguirán manifestando sea cual sea la estación o el mes del calendario».

Ese es el universo literario en el que se desenvuelve y que le ha convertido en más que un autor, porque junto a su amplia producción literaria participa en proyectos que él mismo crea y desarrolla, como otros por encargo, junto a múltiples colaboraciones en todo tipo de medios de comunicación. Y en estas, sigue creyendo en su vocación y en todo lo que le ha ido pasando. Eso sí, con matices, reservando un espacio para creer y otro para no creer: «He dejado de creer en las personas que me hacían perder el tiempo y he empezado a creer en las que me ayudan a aprovechar y disfrutar el tiempo que me quede por vivir», asegura García.

Si hace memoria literaria, una vez más León es su lugar fundacional. «Es curioso. Yo no sería el escritor que soy sin las luminosas, y sin embargo humildes y sutiles, recomendaciones de Tomás Sánchez Santiago; sin esa lluvia fina de sus reflexiones, de su saber insinuar el inicio del camino zozobrante de la literatura. Y, todo ese tiempo después, he coincidido con otro escritor, José Antonio Abella, que por su categoría humana y literaria y por su ejemplaridad vital me ha cautivado. Curiosamente, ambos son grandes amigos entre sí, quizás porque confluyen en pureza y honestidad, y porque conocen o intuyen como nadie la esencia de esta profesión».

Esa literatura que une es la que mueve a José Ignacio García y hacia ella es a donde quiere llevar al lector: «Quiero pensar que llevo al lector a todo lo que es sinónimo de Navidad: al amor, a la infancia, a la memoria, a la imaginación, a la alegría, a la ilusión, a la esperanza, a otros lugares, a la decepción, a los reencuentros, a los conflictos; también al dolor, la soledad o la tristeza. Pero, sobre todo, quiero guiar a la magia de la vida», culmina.

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