Diario de León

El ‘Quijote’ infinito de Manuel Rodríguez

Cuando termina el ‘Quijote’ lo vuelve a empezar. Y no es una obsesión sino un descubrimiento continuo que confirma que la más grande obra de las letras españolas es eterna también en estos tiempos. Manuel Rodríguez Díez, un agustino y erudito de curiosidad extrema, lo reivindica en su libro ‘Gazapos y gazapillos’

Manuel Rodríguez Díez, agustino y erudito de la obra de Cervantes es autor de ‘Gazapos y gazapillos del Quijote’. P. R.

Manuel Rodríguez Díez, agustino y erudito de la obra de Cervantes es autor de ‘Gazapos y gazapillos del Quijote’. P. R.

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Gazapos y gazapillos del Quijote es un libro autoeditado por Manuel Rodríguez Díez (Ejea de los Caballeros, 1935), un agustino en León, y leonés también por parte de padres, que es ante todo un erudito en Humanidades pero podría decirse que lo es de todo lo que tenga que ver con la vida, con ayudar a los demás, cumplir su misión cristiana, y también dejar una impronta que en su trayectoria está plagada de gratas sorpresas. Tanto da de sí una conversación matinal con él en la residencia y colegio Madre del Buen Consejo en la avenida de los Agustinos, que se hace corta, pero es que Rodríguez tiene un bautizo en la Iglesia del Mercado... Y que asistir a un funeral de un compañero. En definitiva, que tiene un fin de semana intenso como una vida en símbolos de principio a fin. Por cierto, tanto da de sí su conversación, que ante las preguntas que genera su relato viene a la memoria el momento umbraliano de reivindicación de su libro, aunque él lo dice por modestia y una amabilidad que sería la otra cara de la moneda de aquel suceso televisivo.

Así que lo primero el libro: Manuel Rodríguez Díez es autor de Gazapos y gazapillos del Quijote , Como lector ávido, riguroso y crítico de la obra cervantina, «aunque he leído todo de Cervantes no soy experto en su obra, salvo en el Quijote» , dice, ofrece a los lectores con gran soltura, gracia y lucidez algunos gazapos y gazapillos escondidos en Don Quijote de la Mancha , una de las mejores novelas de la literatura universal. Así, como presentación, es lo primero que se sabe de Gazapos y gazapillos . Pero el autor, como autoridad en la materia, ofrece un matiz importante: «Cada vez que vuelvo a empezar el Quijote me sorprendo más. Los conocimientos de Cervantes deberían de ser prodigiosos, su memoria, la mitología, la filosofía, el arte... Así que sobre estos supuestos gazapos que encuentro deduzco que hasta serían adrede», relata.

Rodríguez Díez sirve el juego del libro desde el propio nombre cuando advierte que «en el primer párrafo de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha el autor nos informa de lo siguiente: «Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso es criben, aunque, por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quijana. Pero esto importa poco a nuestro cuento». Bueno, importar, importar... algo sí importa, sobre todo porque, muy poco después y en el mismo capítulo, aún se complica más la cosa cuando, al considerar el Hidalgo el nombre Caballeresco que debe usar, y tras haber decidido que el de su caballo sea Rocinante, Cervantes dice que «puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérselo a sí mismo y en este pensamiento duró ocho días y al cabo se vino a llamar Don Quijote de donde, como queda dicho, tomaron ocasión los autores desta verdadera historia que, sin duda, se debía llamar Quijada, y no Quesada, como otros quisieron decir».

¿Sancho hombre de armas o no? También se lo pregunta este agustino leonés. Y con una lectura amena, logra llamar la atención sobre lo que realmente quiere: despertar o mantener la atención sobre lo que representa este libro y que, seguro, aún escudriñará más veces y tal vez le de para más obras de lectura ágil como este libro, por cierto, de momento no a la venta porque asegura el autor que lo ha hecho solo para los amigos. Tal vez, merezca que sea para el resto de la gente que quiera acercarse a él. Lo que es tangible es el emprendimiento de Manuel Rodríguez Díez a lo largo de su vida. Más leonés que aragonés, el religioso es artífice de hitos en la provincia. Como llenar San Marcos (cuando no se llenaba de nadie) de estudiantes americanos. Lo logró como agustino, fundador y director de Spanish Heritage.

Historias de bisontes, wapities, de amor a la naturaleza, a los toros son otras aventuras suyas. Porque son muchos Manuel Rodríguez en uno.

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