Diario de León

Libros

Los relojes que sí marcaban las horas

Ana Rodríguez presenta un doble libro divulgativo sobre la historia relojera analógica y la importancia de José R. Losada

León

Creado:

Actualizado:

Este reloj no es el del bolero. Porque marca las horas. Y hace tic tac, como mucho, sin más alardes tecnológicos. Pero en su día fue un avance, una revolución. Y desde entonces empezó a existir el tiempo, eso de lo que hay poco. Historia de los relojes y del relojero Losada (Editorial Péndula) es un homenaje a este artefacto que Ana Rodríguez, periodista y escritora, también editora, presenta hoy en el salón de actos del Ayuntamiento (calle Alfonso V) a las 20.30 horas. Junto a esta historia, el propio libro contiene otra que es la del universal relojero leonés José Rodríguez Losada, y sobre la que la propia autora asegura que todavía hace falta contar en condiciones. Y esa es la segunda parte.

Ana Rodríguez explica tanto su intención como su propia motivación acerca de la reivindicación del reloj como objeto de toda la vida: «Vivimos en una era digitalizada y la cultura electrónica es la que domina ahora el mundo, los chicos están acostumbrados a leer las horas en los ordenadores y teléfonos de forma digital y hay muchos niños y jóvenes que tienen dificultades para interpretar la hora en un reloj analógico. En Londres incluso se están retirando todos los relojes analógicos de las aulas», relata.

Sobre esta base, Rodríguez se puso manos a la obra, a escribir, documentarse, plantearse la filosofía de lo que quería narrar. Por eso, este libro tiene también algo de ella como forma de ver la vida: «Yo soy una romántica de lo antiguo, lo confieso, y me encantaría que los niños puedan tener la oportunidad de aprender a leer el reloj como un juego entretenido. A través del cuento, con un recortable y un poquito de interés, podrán saber leer las horas, conocer a Losada y descubrir la historia de los relojes», asegura.

La presentación contará con la presencia familiares de Losada e incluso un video de saludo del actual relojero de la Puerta del Sol, no la obra cumbre del leonés de Iruela, pero sí la más recurrente cada año por aquello de las famosas campanadas de fin de año.

A la caza del consenso, el espíritu conciliador de la autora se refleja en este punto intermedio en el que teje lazos entre lo antiguo y lo moderno, y los padres y los hijos: «La idea es procurar una convivencia amigable entre lo analógico y lo digital. Entre padres e hijos. Es cierto que cada uno tiene su parte del libro, infantil por un lado, juvenil por el otro, pero lo mejor es poder compartirlos. A los mayores, la añoranza del pasado nos aporta una carga especial de sensibilidad, y es precisamente esa dosis maravillosa y la alegría de recordar, con la que podemos invitar a los niños a sumergirse en las lecturas de los cuentos como complemento ideal para aprender y para abrir las puertas a la memoria», relata.

En cuanto a esta parte del libro, que cuenta con ilustraciones de Yaiza Fernández Cuende, la estructura también mantiene sus claves en torno al reloj. De hecho, en todas las páginas del libro hay referencias y guiños constantes sobre el tiempo. Tiene sesenta páginas, como no podía ser ni más ni menos, como los minutos que tiene una hora. La paginación está realizada como un folioscopio, cuando las páginas se pasan rápidamente se ve cómo un reloj en la parte inferior se anima, moviendo sus manecillas.

Cada capítulo comienza con una frase relacionada con el tiempo. Y por supuesto relojes, muchos relojes, sus ruedas y engranajes flotan por todas las páginas. Y así da paso a la otra parte del libro, que se abre a la inversa. Según Ana Rodríguez, además de contar la historia, hazañas, obra y aventuras de José Rodríguez Losada, «es un cuento más extenso que el infantil, abarca desde su infancia en Iruela, el pueblo de la Cabrera donde nació, hasta su muerte en Londres. Una historia fascinante. Un adolescente de un pequeño pueblo de la cabrera que se convierte en uno de los relojeros más importantes del mundo en Londres. José era un hombre de ideas muy claras, liberal por principios, inteligente y muy generoso. Pero hasta lograr sus objetivos y su gran sueño tuvo que enfrentarse a muchos retos», dice, dejando la intriga a la lectura sobre este genio local que hasta colaboró en la creación del Big Ben.

tracking