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«En Riaño encontré la gran historia que quería contar»

Una novela sobre el gran Riaño inundado. El salmantino Miguel Hernández, fascinado por la historia de los últimos coletazos de vida del pueblo, mezcla ficción y realidad para contar una historia de jóvenes que se despiden de todo un escenario vital

León

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Nació en Bilbao y vive en Ciudad Rodrigo (Salamanca), pero el veneno literario leonés se inoculó en él en sus años como profesor de Lengua y Literatura en la provincia. Como quien está en deuda con la memoria de su tierra, que es lo que fue León para él en esos años recientes, Miguel Hernández saldó este capítulo de su vida con una novela que lo tiene todo: es reivindicación territorial y temporal de uno de los lugares más importantes y bellos de la historia de la provincia del siglo pasado leonés, pero que yace bajo las aguas de un pantano: Riaño.

Podría decirse que ese tiene de todo, como aquellas novelas históricas, es justo porque en Riaño hay política y amor, por lo que se confirma que Miguel Hernández puso toda la carne en el asador a la hora de ficcionar una etapa de León de la que iba teniendo constancia, primero de oídas y luego investigando, por ejemplo, en las páginas de hemeroteca de Diario de León.

«Me interesa la historia de los pueblos abandonados, y en la de Riaño, aunque no la viví, encontré la gran historia que contar», asegura Hernández, salmantino aunque nacido en Bilbao en 1978.

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Portada del libro. DL

Así, encuentra el autor un inicio en el que abordar toda la potencia literaria: «Los jóvenes de Riaño intentan aprovechar los días en los que se ha anunciado el final del valle, pero a la vez se agarran a las últimas esperanzas, y cuentan con la ayuda del movimiento ecologista. Encuentro en todo eso un lugar para que surja una historia de personajes. Aunque pesa mucho el contexto, también puede decirse que hay una ambientación general de los años 80 para contar lo que le pasa a los protagonistas de Riaño », relata.

El apartado sociológico está también más que cubierto, porque lo que ocurrió en la capital de la montaña oriental leonesa fue todo un tratado. Y Miguel Hernández remite a esa base teórica de la novela: «Trata uno de los sucesos de la historia de la ecología y del desplazamiento humano más importantes de la historia reciente. En su época supuso una gran movilización para los colectivos ecologistas, y provocó una fuerte pugna entre el mantenimiento de la naturaleza y el progreso», escribe al hilo del tema.

Las licencias literarias existen, primero porque el autor así lo quiso y también porque esa mezcla de realidad y ficción le daba pie a todo un mundo creativo: «En el momento decisivo del derribo, allá por el 7 de julio de 1987, por supuesto que el ambiente festivo brillaba por su ausencia, pero a mi me interesaba incorporar la peripecia de los personajes, que vivían a la vez su propia experiencia personal», asegura.

Riaño es, además, una reflexión sobre la despoblación de la última parte del siglo XX, donde el mantenimiento de las formas de vida tradicionales ha cedido frente al empuje del progreso.

«Al documentarme descubrí, aunque fuera intuitivamente, algunos chanchullos que me sirvieron para entender lo que pasó en Riaño en aquel momento. Aunque me sorprende que no haya tanta documentación. Y como te decía, siguiendo las noticias que iba dando el Diario de León me enteré de aspectos que vistos ahora son historia», remarca.

Los que lean Riaño sí pueden encontrarse situaciones o personajes que le remitan a aquel pasado, pero eso ya pertenece a los secretos de escritor de Miguel Hernández. Un autor, que aparece así vinculado a León de manera voluntaria, y que como profesor le une a grandes de la literatura leonesa.

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