Diario de León

Roban en León piezas de arte sacro del siglo XVII con dos días de intervalo

En las Concepcionistas desapareció la reliquia de la fundadora y en Santa Ana, un incensario de plata .

El párroco de Santa Ana, José Antonio Blanco, señala el lugar por el que el entraron al recinto.

El párroco de Santa Ana, José Antonio Blanco, señala el lugar por el que el entraron al recinto.

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e. gancedo | león
León

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Preocupados e inquietos, aunque no amedrentados, y sobrellevando el hecho con resignación cristiana. Es el estado de ánimo que se respira en dos de los templos más señeros de la capital leonesa, el convento de las Concepcionistas y la iglesia de Santa Ana, donde se han registrado sendos hurtos de piezas de arte sacro —ambas de plata, y elaboradas a principios del siglo XVII— con tan sólo dos días de intervalo.

El primero de los robos se produjo el pasado día 16, sábado, en el convento de clausura de la orden franciscana de la Inmaculada Concepción. Su superiora, sor Beatriz, recordaba ayer a este periódico que la desaparición del relicario con el huesecillo-reliquia de la fundadora de la orden, Beatriz de Silva (1424-1492), tuvo lugar en torno a las siete de la tarde y coincidió, precisamente, con el inicio de la novena en honor de la santa ceutí. «Esos nueve días son los únicos del año en los que sacamos el relicario —explicó—, y cinco minutos antes de la misa lo solemos colocar en una mesita junto al altar. Nosotras comenzamos a cantar las vísperas y justamente entonces vi que la pieza no estaba. Miré al señor que hace las veces de sacristán, como diciéndole: ‘Se te olvidó, ¿eh?’ y él se sorprendió mucho. Después me dijo que no se le había olvidado, que ya no estaba donde la había dejado. Miramos por todas partes y nos dimos cuenta de que había desaparecido. Entre que la colocó en la mesita y que se la llevaron no debieron pasar más de cuatro o cinco minutos».

«Sabían a lo que iban»

La congregación cree que quienes se llevaron el objeto sabían muy bien a por lo que iban, dado que ese día 16 era la víspera de Santa Beatriz de Silva, la apertura de los nueve días en los que el relicario permanece junto al altar. «Yo creo que ya le tenían echado el ojo», dice sor Beatriz, y hace notar la responsable del emblemático convento ubicado en pleno casco antiguo, entre las calles La Rúa y San Francisco, que el espacio en el que se celebra la Eucaristía no se parece a la nave de una iglesia convencional. «Es más pequeño. Nosotras estamos en el coro y una persona puede acercarse hasta el altar con más o menos disimulo y sin que nos demos cuenta», añadió la superiora.

Algunas de las monjas presentes sospechan de tres mujeres que nunca habían visto antes, «pero, con seguridad, no podemos decir nada. Todo sucedió muy rápido», incidió la superiora del convento capitalino, fundado en el año 1575 por doña Leonor de Quiñones, la hija del primer Conde de Luna.

El segundo robo tiene por escenario otro templo muy conocido de León, la iglesia de Santa Ana, la misma que da la bienvenida a los peregrinos jacobeos que entran en la ciudad. Su párroco, José Antonio Blanco, mostró el lugar por el que la persona —o personas, aunque él cree que se trató de un único ladrón— penetró en el recinto. «Sin duda alguna saltó la tapia de la huerta y desde allí pasó a una zona hoy inutilizada donde antaño vivía el párroco», cuenta, y señala un antiguo corredor acristalado que da a la huerta, rincón de arquitectura tradicional varado en plena ciudad. Desde ese corredor forzó la puerta que da acceso a las instalaciones parroquiales y una vez allí comenzó a registrar cajones y armarios. Abrió uno de estos y encontró el incensario de plata del siglo XVII que se llevó «junto a un sobre con unos pocos euros que tenía aquí encima de la mesa», dice Blanco, quien se inclina por desvincular ambos hurtos dado que en Santa Ana llevan varios meses recibiendo la ‘visita’ de una persona que se dedicaba a sustraer la colecta dominical. Como se trataba de pequeñas cantidades, no dieron parte a las autoridades —aunque en una ocasión se llevó cerca de cien euros—. Esta vez fue el lunes por la tarde, sobre las seis y media, cuando José Antonio Blanco se encontró con una luz encendida y todo revuelto. «Ya en 1997 nos robaron un cáliz que no apareció más», recuerda el sacerdote, para quien el incensario no cuenta con un valor «excesivamente alto» pero sí era importante para el templo por su antigüedad. El interés pecuniario también es difícil de calcular en el caso del relicario de las Concepcionistas, pues su valor histórico y afectivo siempre será mayor al contar con una reliquia de la fundadora de esta orden religiosa.

Tanto desde la iglesia como desde el convento se ha dado parte a la Policía y efectivos del cuerpo se personaron en ambos templos para tomar huellas e iniciar las preceptivas investigaciones.

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