Diario de León

Música

El rock de las pipas de Roni di Capo

Verónica Costilla pasaba las tardes comiendo pipas en La Pícara. Ahí, Yuri Méndez y su grupo le mostraron el veneno de la música. Con Buenas Noches Rose conoció la magia escénica. Y hoy es Roni Di Capo, una voz que es puro rock.

Bajo el nombre de Roni Di Capo, la leonesa Verónica Costilla presenta su disco homónimo que resume tanto sus gustos musicales como su talento. JUAN PÉREZ FAJARDO

Bajo el nombre de Roni Di Capo, la leonesa Verónica Costilla presenta su disco homónimo que resume tanto sus gustos musicales como su talento. JUAN PÉREZ FAJARDO

León

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«Soy de León, aunque nací en Oviedo. Pero me crié en León. Fui a las Teresianas y al IES Juan del Enzina. Después me fui a estudiar a Salamanca y llevo 15 años en Madrid. Me dedico a la música desde hace unos diez años (como solista y corista en varias formaciones, además de tener mi proyecto propio como Roni Di Capo) pero también al periodismo musical y la producción artística. Soy también profesora de canto y técnica vocal». A grandes rasgos, ese puede ser el autodefinido de Verónica Costilla, alguien que, al ser escuchada, remite al gran roncanrol, al clásico, al de los años en los que empezaba todo. Y como artista, a quien apuesta por terrenos en los que la calidad vocal es indispensable. No solo sale airosa, sino que consigue su propia personalidad. Todo ello se concreta en su disco homónimo.

«En León no llegué a hacer nada musical. Todo empezó en Madrid. Pero recuerdo cuando tenía unos 15 años. Nos juntábamos en la Plaza de la Pícara, frente a los recreativos Trébol, y pasábamos la tarde comiendo pipas y charlando en pandilla; ahí estaba por ejemplo Yuri Méndez (Pájaro Sunrise), que tenía un grupo con otros amigos, y me propusieron cantar con ellos. Pero yo aquello no lo veía, era súper tímida», recuerda entre risas.

Cuando tenía unos 17 años, Buenas Noches Rose (grupo del que formó parte en ex Pereza Rubén Pozo) se cruzó en su camino. «Era uno de mis grupos favoritos de adolescencia. Vinieron a presentar su tercer disco, titulado La danza de araña . Fue en la Facultad de Filosofía y Letras (ya habían venido más veces y yo era fan). Invitaron a subir al escenario a quien quisiera cantar su tema La leyenda del lobo cantor (del primer disco), mis amigas me empujaron sutilmente así que tuve que subir con mi amigo Alfonso y otro chico. No sé qué me pasó, agarré el micro y me olvidé de todo. Creo que fue la primera vez en mi vida que me sentí libre de verdad», rememora.

La vida luego le llevó por otros derroteros. Y tanto que cayó en el mundo de la Comunicación Audiovisual, aunque la música era una constante entre sus pasiones y aficiones. «Ya instalada en Madrid, y con mi trabajo de periodista, empecé a estudiar canto, una deuda que tenía conmigo misma», afirma.

«Tenía ganas de ponerme en serio con mis canciones; algunas son muy recientes y otras, no», añade sobre su primer disco, ya elogiado por la prensa especializada.

Sobre León lo tiene claro: «Me siento leonesa totalmente, echo de menos mi ciudad y me da mucha pena cómo está sufriendo la vida cultural de mi ciudad; y no me refiero únicamente a la situación actual, que no es sino la evidencia de lo mal que estaba ya todo y ahora elevado a la enésima potencia. Hay gente muy trabajadora y profesional llevando salas de conciertos, promocionando y organizando música en directo. No podemos dejar que León muera, hay que intentar apoyar lo máximo posible a toda esa gente que lucha por mantener viva la llama cultural de León. Lo poco que se esté organizando, apoyémoslo. La cultura es segura y León es cultura, no echemos piedras sobre nuestro propio tejado», remata.

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