Diario de León
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Cuando arrancó el coche, Maria Angels Feliu Bassols no se dio cuenta de que tres hombres la seguían desde otro vehículo. Ni por asomo pensó que los dos policías locales y un delincuente de poca monta que ocupaban aquel automóvil la iban a secuestrar. En realidad se trataba del tercer intento. En las dos anteriores ocasiones el valor de los malhechores se arrugó y se produjeron malentendidos e impuntualidades. Pero el 20 de noviembre de 1992, pasada la fanfarria de los Juegos Olímpicos de Barcelona, los captores no fallaron. Unos encapuchados la conminaron a que les entregara las llaves de su Renault 25 plateado recién aparcado y se metiera en el maletero de su coche.

Así empezó la pesadilla de Feliu Bassols, la farmacéutica de Olot, un cruel cautiverio que duró 492 días y que ha contado Carles Porta (Lérida, 1963 ) en un ejercicio de periodismo narrativo, género en el que ha dado sobradas muestras de talento. La farmacéutica. 492 días secuestrada’ (Reservoir Books) no solo es el relato de la odisea de una mujer que permaneció encerrada en un cuchitril no más grande que un armario, sino una indagación sobre la incredulidad de buena parte de la sociedad española que ignoró el sufrimiento de la víctima e incluso lo negó.

«Con la excepción de los vecinos de Olot, Maria Angels Feliu es una víctima maltratada por una sociedad que no la acompañó. Pero también es una heroína». Feliu permaneció encerrada en un zulo, con arañas, hormigas, ratas, serpientes y humedad como compañeras de cautiverio. «Sobrevivió porque pensaba en sus tres hijos y porque estaba convencida de que la liberarían al día siguiente». Los delincuentes eran incapaces de cobrar el rescate y algunos de ellos ya ni se hablaban. Cuando la liberaron, enseguida afloraron las presunciones de culpabilidad. «Salió bien vestida, fuerte, enérgica, y eso provocó que la gente no se acabara de creer que había estado 492 días secuestrada. La gente no se creyó su dignidad. Nadie entendía que la familia no hubiese pagado el rescate. Hasta el gobernador civil de Girona de aquella época, Pere Navarro, hoy director general de la DGT, dijo públicamente que no descartaba el autosecuestro», cuenta Porta. Los participantes en el rapto fueron Antonio Guirado y Josep Zambrano, agentes locales de Olot; un guarda forestal y su mujer, Ramón Ullastre y Montserrat Teixidor; y Josep Lluís Paz, alias ‘Pato’, un hombre que se sumó al crimen en el último momento.

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