Diario de León

Un músico berciano internacional

«El ‘show business’ es un mundo cruel»

Empezó tocando con Alaska y Dinarama y más tarde formó el grupo Glamour to Kill. Afincado desde hace 20 años en Berlín, el leonés Luis Miguélez emprende ahora una aventura musical con su pareja: Frisch.

León

Creado:

Actualizado:

—¿De qué va su nuevo proyecto?

—Frisch significa fresco en alemán. Es un experimento. Hace un año con la drag queen barcelonesa Lolita Express grabamos un disco. Cuando iba a ser la presentación llegó la pandemia, así que el proyecto se retrasó. Después de un año ya no tenía sentido presentarlo. En este momento musical no se pueden hacer planes. Frisch es un proyecto familiar, que nace para divertirnos en esta época de confinamiento. Le dije a mi pareja que grabara algo con voz de robot. Y fue toda una sorpresa. Llevamos dieciséis años juntos y no sabía que cantaba así. Después del primer tema, sacamos un segundo. Así, jugando, la reacción en las redes fue muy buena. Ya tenemos siete canciones online y otras cuatro en espera.

—¿Su pareja no es profesional, no?

—Nunca he trabajado con profesionales. Yo tampoco me lo considero. Los de mi generación somos muy autodidactas. Yo empecé en los escenarios de las orquestas en León y eso lo valoro mogollón. Aprendí muchísimo. Mi marido es médico en cuidados intensivos. Para ambos, este proyecto es un escape. No sabemos dónde nos va a llevar, pero sí queremos editar algo.

—¿En Berlín hay más oportunidades para un músico que en España?

—Ahora ya no. Eso pasaba cuando yo llegué, en 2001. Berlín era un escaparate. Llegué con maquetas de Glamour to Kill y nos llamaban de Moscú, de Copenhague, de Ámsterdam, de París...

—¿Ha dejado atrás Glamour to Kill y Xtravaganza?

—Tuvo su momento, pero se acabó. Con Lolita Express también está muy complicado, porque vive en Barcelona. Los grupos así no funcionan. Todo está cerrado. La pandemia nos ha destrozado.

—Ha trabajado con muchos artistas desde los tiempos de Almodóvar y Alaska, ¿mantiene relación con alguno?

—Con los vivos, sí. Y con los que no están, también. Muchos artistas, como Carlos Berlanga, siguen en mi corazón. Mis padres murieron hace años y no hay día que no estén en mis pensamientos. También, Lola Flores. Con algunos tengo una relación más cordial; y con otros, cuando coincidimos, nos reímos un rato.

—¿De León nunca le han llamado para tocar?

—Sí, actuamos con Glamour to Kill. El año pasado me llamó Ariel Rot para el programa Un país para escucharlo, porque me consideraba una persona fundamental en la música de León. Intenté ir, pero me avisaron con poca antelación.

—¿Qué planes artísticos tiene?

—Frisch, como su propio nombre indica, es un proyecto muy fresco. Es una diversión, aunque muchas de las cosas que he hecho para divertirme son las que más lejos me han llevado. Seguiré con este tipo de canciones que estoy haciendo de electro pop alemán con Fridolin, mi pareja, del que ha sido una sorpresa descubrir su faceta. Esto es lo que más me motiva. Estaba haciendo canciones solo y pensé: ¿para qué hago esto? Otros negocios que tengo también se han visto afectados por la pandemia. Frisch ha sido un soplo de aire fresco. Como me ha dicho Juan Tormento: «¿Para qué buscas tanto travesti si tienes en casa al cantante?».

—¿Y su faceta como compositor?

—Esa faceta se ha acabado hace tiempo. Hay pocos músicos que no componga ahora. Antes había show business , ahora hay show pero no business.

—¿Tanto ha cambiado la industria?

Yo tuve un contrato con Universal como compositor. Con internet el negocio cambió. Los grupos tienen que autoproducirse. Eso no pasaba antes. Ahora el grupo se convierte en promotor, con un porcentaje de la taquilla. Actualmente un influencer gana dinero sin hacer música. El tipo de negocio y la industria han cambiado. Lo que hacemos con Frisch lo pongo en las redes, pero no estamos viviendo de eso. Cuando acabe esta situación, veremos si lo podemos llevar a una sala. Ahí empieza el negocio, lo anterior es show.

—¿Desde que empezó en la música a ahora, cuál es el balance?

—Empecé en las orquestas de baile, tocando en los pueblos. He ido pasando de la era analógica a la digital. He evolucionado con la tecnología. El negocio de la música es el que más se ha visto afectado, igual que la prensa o los fotógrafos. Pero estoy vivo y que me quiten lo bailao.

—¿Desde Berlín la pandemia se ve diferente?

—Los políticos lo único que hacen es encender. En España te aburren las teles, en Alemania no se machaca tanto con la pandemia. A Merkel, tras dieciséis años, Europa la va a echar de menos cuando se vaya, porque es calmada y no insulta. En España chillan mucho. Los españoles estamos a cinco conversaciones a la vez. Me he adaptado a vivir en Berlín. También viví un Berlín muy salvaje, pero me he reeducado. Dejé la mala vida y hago deporte. Ahora estamos viviendo tiempos muy jodidos. No veo la luz al final del túnel.

—¿Qué música escucha en casa?

—Últimamente me dejo sorprender por la radio.

—¿Cuál es su talento más inútil?

—No me considero una persona con talento musical, empecé tocando la guitarra. Podría cocinar mejor, pero no me ha dado el punto de hacerlo.

—¿Es fetichista con la música?

—No, ni fanático. Huyo del fanatismo a todos los niveles.

—¿Cuál es el peor momento artístico que ha vivido?

—Ninguno ha sido malo. Estar con orquestas me ha curado de muchas cosas. Hasta de lo peor se aprende.

—Su consejo para alguien que empieza.

—Que se dedique a otra cosa. El show business es un mundo cruel. Tan pronto estás arriba y te chupan el culo, como estás abajo y te escupen a la cara. Y ahora, con las redes, más; o te adulan o te insultan.

—De León le gusta...

—Todo. El ambiente y la gente. Somos muy burros, pero muy nobles. Se vive bien. Somos muy espléndidos.

—De Berlín prefiere...

—Berlín es muy diferente, pero también me gusta todo. Después de la II Guerra Mundial se convirtió en una isla frente al comunismo. La caída del muro supuso la libertad. Ese es el espíritu de la ciudad. Aquí he aprendido mucho. Pero Berlín no representa a Alemania.

—¿Es fan de Almodóvar?

—Me gustan algunas películas, pero no todo lo que hace. No soy ‘fan fatal’ de nadie. Admiro más a otros artistas como Alice Cooper, David Bowie o Santana.

tracking