Diario de León

Fotógrafo

Soledad, dolor y lejanía, nueva fuente inspiración de García-Alix

El fotógrafo leonés muestra en una exposición en Madrid su cara más sincera mientras busca desde su refugio parisino la recuperación de las dolencias hepáticas que padece

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Ángel A. Giménez - madrid
León

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Amenazado por la enfermedad, aquejado de caprichosos e intensos dolores, que van y vienen, el fotógrafo Alberto García-Alix necesitaba canalizar todo su dolor y soledad en las fotografías, y por ello, efectuó una narración en imágenes que ahora, y hasta el día 31, se encuentra expuesta en Madrid. García-Alix (León, 1956) subrayó a Efe, en entrevista telefónica desde su domicilio parisino, que en la exposición abundan «la soledad y el dolor porque son las sensaciones que he vivido» a raíz de un contundente y crudo tratamiento al que el Premio Nacional de Fotografía 1999 decidió someterse para vencer sus dolencias hepáticas. Por esto, asegura, «he querido ser sincero». Quema sus naves El fotógrafo precisa que ha quemado todas sus naves, ya que vendió el apartamento-estudio en el que residía en Madrid y, motivado por un fuerte deseo de «cambio personal», decidió instalarse en la capital francesa, rodeado de yonquis y del lumpen, para superar solo, y siempre con el amargo sabor de la ausencia y de la lejanía, un tratamiento hepático del que ya van remitiendo los efectos secundarios, según explica. Pero la terapia no ha paliado su amor por la fotografía. La galería madrileña Juana de Aizpuru muestra hasta el próximo día 31 una serie de imágenes que García-Alix ha tomado durante el último año en París y que divide, primero, en un conjunto de fotografías de gran formato que bajo el título Je t'en prie ilustran la soledad del artista en una ciudad descarnada y en un Madrid -su estudio- completamente vacío. El fotógrafo leonés -quien en el momento de la entrevista afirmó encontrarse en cama y con fiebre- señaló que «la ausencia y la lejanía también forman parte de la exposición, ya que de algún modo perseguía mostrar el enfrentamiento diario con mi dura realidad», y apuntó que, por ese motivo, ha buscado «las fotos más sinceras, las que revelaran la contundencia de un cuento de Dickens». Porque la narración de García-Alix, que arranca con el texto Érase una vez en París , pretende construir un cuento en el que a la visión de una ciudad mugrienta y fantasmal, une la de un París visceral, frenético y mestizo, el que ve cada día desde la ventana. La marginalidad Esta es la segunda parte de la muestra, imágenes de una ciudad que respira actividad, griterío y que el artista captura con una cámara de vídeo para elaborar una especie de deslavazado reportaje documental titulado Mi alma de cazador en juego . García-Alix caza a personajes con tendencia a la marginalidad entre los que parece sentirse reconfortado. «Es el París que yo vivo, un París mestizo. Pero no quería que se reconocieran los elementos parisinos para probar que el mestizaje se ha expandido por todo el mundo», añadió. Los autorretratos, con el primer plano del propio fotógrafo siempre difuminado, contribuyen a rasgar aún más el carácter solitario del artista durante la enfermedad. «Elegí la sinceridad; podía haber expuesto otras fotos, pero no las incluí porque se alejaban de la clave de una narración contundente», dijo. García-Alix habla de una nueva etapa en su fotografía porque atraviesa una nueva experiencia en la que pulula la muerte con tanta fuerza como la vida. La certeza de la muerte «La única certeza que hay en la vida es la muerte; sin la segunda, no se comprendería la primera», destaca el fotógrafo, quien se permite incluir en la muestra una instantánea del ventanuco por el que asomó la mirada durante varias semanas como único contacto con el exterior, ya que entonces se encontraba postrado e inmóvil en la cama. Animado, «el entusiasmo no hay que perderlo nunca; ¡arriba los corazones!», dijo, García-Alix no pierde de vista varios proyectos, como la realización de un largometraje que espera rodar este mismo mes. Será, comentó, una película compuesta por fotografías y con un tramo de ficción cuyo guión ha escrito él mismo. El que fuera alma mater de la revista «underground» El Canto de la Tripulación, no considera que el espíritu de la movida haya muerto porque, asegura, «movidas hay siempre, aunque bien es cierto que ahora hay movidas distintas a la de los 80».

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