El sueño africano del fotógrafo Pablo Montiel

La llamada de África, si incluye la de la fotografía, es como un cante de ida y vuelta que regresa en forma de imágenes. Algo de eso hay en la aventura vital del leonés Pablo Montiel desde Kenia. Ya, la experiencia personal y laboral es de sobresaliente en aquellas tierras, pero hay en Montiel un viaje interior igual de importante que la distancia de casi diez mil kilómetros que hay de León a, por ejemplo, la Reserva Nacional Masai Mara, de donde salen las imágenes que ha captado más recientemente. Pero, en este todo, si la fotografía que realiza es deslumbrante, también lo es el deseo que persigue: ser fotógrafo. Casi no hay conexión ni digital para comunicarse con él en estas fechas, pero atiende con gran afecto la señal que le llega desde León. Y lo motiva el hito que ya lo es en su carrera en el mundo de la imagen. Una de sus fotografías es esa familia de felinos que ha sido seleccionada por un referente como es National Geographic .

Junto a las ambiciones concretas de Pablo Montiel hay que incluir las sensaciones sobre las que intenta desarrollarse como persona. Así, la búsqueda de un lugar en el mundo le llevó a una conclusión: «Hace unos años tomé la decisión de que quería moverme y logré un empleo que me daría esa oportunidad de visitar otros sitios. Uno busca la excelencia dentro de uno mismo», adelanta al respecto.

Todo esto ha hecho que llegue a lo que ahora se trae entre manos. Una vida en África, que incluye su trabajo y su pasión por la fotografía. «La forma de vivir y la cultura te chocan, también la forma de trabajar, pero te acostumbras rápido porque no te queda otra. Tanto en mi empleo como en la fotografía buscas el compromiso personal que se lleva dentro. Si das el máximo, recibes lo máximo», relata y reflexiona al tiempo sobre todo lo que le rodea actualmente.

Desarrollar todo este planteamiento, en el caso de Montiel le lleva también a reflexionar sobre el entorno en el que vive. Puesto que su grado de compromiso se extiende más allá de lo laboral o personal y es consciente y partícipe de las peculiaridades de un país como Kenia. «Sí, claro, tienes que adaptarte y cuesta bastante al principio. Te esperas una África ‘pobre’ pero en Kenia al menos no es así. Son pobres de dinero pero muy ricos en felicidad. Aprendes a que una sonrisa vale más que un teléfono móvil», cuenta.

«Todo lo que me está pasando es gracias al trabajo duro. Que National Geographic me publique una fotografía es un orgullo personal, pero ahí no se puede quedar la cosa. Hay que seguir trabajando para llegar a mi excelencia personal», añade, además de dejar claro su recuerdo amable hacia León: «Claro que echo de menos León. Mucho, aunque no lo parezca. Mis padres, mi hermano, mi sobrina Olivia que tiene un añito y casi no la he visto, mi primo Hugo, mis amigos, la comida... ¡Ufff! me acabo de acordar de la cecina... Muchas gracias por escribirme, y por que os hayan gustado mis fotografías. Y desde el Maasai Mara, ¡Viva León!», exclama al final para dejar claro que desde la lejanía no olvida su tierra. Quién sabe si sus próximos éxitos fotográficos sean aquí.