Diario de León

Homenaje

El sueño leonés del pintor de las multitudes

Muere Juan Genovés, el artista más comprometido de la Transición

León

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En unos días habría cumplido los 90. Juan Genovés, que se enamoró de las pinturas románicas del Panteón Real de San Isidoro y viajó varias veces —«casi en exclusiva para contemplarlas», según confesó—, se ha ido en silencio, sin cumplir una promesa y un sueño que albergaba para León. En 2001 la galería Ármaga acogía la primera exposición en la ciudad del célebre autor de El abrazo. «Prometo volver a León con una gran exposición antológica en cuanto tengan un lugar apropiado para ello, por ejemplo, cuando construyan el Museo de Arte Contemporáneo», dijo entonces.

El Musac ha cumplido quince años y Genovés nunca pudo mostrar en él su obra. Su director, Manuel Olveira, confirma que en la colección del museo no figura uno de los artistas más sobresalientes e internacionales, conocido como el pintor de las multitudes. «Era un artista muy significativo, con una colección muy icónica en los 70», afirma Olveira, quien reconoce que Genovés, al igual que Eduardo Arroyo, merecerían una exposición, aunque, en las actuales circunstancias, el director del Musac cree que no puede ni plantear este deseo.

Pasión leonesa

Genovés vino varias veces a León únicamente para ver las pinturas románicas del Panteón Real

En 2005 la obra del artista valenciano, casado con la pintora Adela Parrondo y padre de tres hijos —Pablo, Ana y Silvia, todos artistas—, con quienes expuso por primera y última vez en la muestra La unidad dividida por cero, en el Centro Niemeyer de Avilés, pudo verse en la Casa Botines gracias al ciclo Arte para un siglo, una serie de cuatro exposiciones realizadas con fondos del Museo Reina Sofía.

Marga Carnero, responsable de la galería Ármaga, recuerda «la amabilidad de Genovés, su fuerte compromiso vital y que con él se podía hablar de todo».

El inolvidable poeta Victoriano Crémer, un apasionado de la pintura, escribió una crítica a propósito de la exposición de Ármaga, en la que explicaba: «A Juan Genovés le brota el color del corazón y de ahí la peculiaridad de su latido, la fragancia de su ternura, su dócil apariencia. Pocas pinturas, que de verdad lo sean, provocan en el contemplador una mayor sensación de realidad que las de Juan Genovés, entendido lo real como una consecuencia natural de lo soñado, de lo sentido, de lo apresado con amor».

Victoriano Crémer

«A Genovés le brota el color del corazón y de ahí la peculiaridad de su latido»

Hay un punto de soledad en las multitudes que retrata Genovés. Quizá porque él libró en solitario muchas batallas en una España de posguerra donde el miedo levantó muchos muros de silencio. Sus lienzos están habitados por seres anónimos divididos en dos bandos: los que corren y los que les persiguen, los estudiantes y la ‘pasma’, los obreros y los antidisturbios...

En el calabozo del museo

Unos niños abrazándose a la salida del colegio inspiraron a Genovés para pintar El abrazo en 1973. Tras la muerte del dictador Franco la obra se hizo famosa al ser reproducida en un cartel de la Junta Democrática para pedir la amnistía de los presos políticos. El autor fue detenido por propaganda ilegal y pasó una semana en el calabozo.

Mientras tanto, el lienzo fue vendido a un coleccionista norteamericano. Recuperado después por el Gobierno de Adolfo Suárez y exhibido durante un tiempo en el Museo Español de Arte Contemporáneo, pasó 25 años confinado en los almacenes del Reina Sofía.

«Los que luchamos en la resistencia teníamos una idea fija, la reconciliación de los españoles», dijo cuando el cuadro fue depositado en un acto simbólico en el Congreso de los Diputados en 2016 junto a políticos de todos los signos. «Yo lo pinté pero no me pertenece, pertenece a toda la gente que lo hizo suyo por medio de ese cartel», señaló entonces a la agencia Efe.

Militante del Partido Comunista, Genovés, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1984 y Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2005. Siempre fue un defensor de las víctimas del franquismo, se opuso a la guerra de Irak y formó parte de la ejecutiva del comité español del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), entre otras causas.

Su obra puede verse en museos de todo el mundo, desde el MoMa y el Guggenheim de Nueva York al Staatlische Museum de Berlín, el South African National Gallery de Ciudad del Cabo, The Art Institute of Chicago, el IVAM, la Galería Nazionale d’Arte Moderna de Roma,, el Museo de Arte Nagasaky de Japón, el Museo de la Solidaridad Salvador Allende Santiago de Chile o el Museo de Arte Moderno de México DF, entre otros.

Nacido el 31 de mayo de 1930, Genovés aprendió a pintar desde muy niño, teniendo como música de fondo el estallido de las bombas que caían sobre capital del Turia. Estudió en clases nocturnas en la Escuela de Bellas Artes San Carlos de Valencia y participó en colectivos muy significativos en el mundo pictórico español de postguerra como Los Siete (1949), el Grupo Parpallós (1956) y Hondo (1960).

«La obra de Genovés reflejaba reconciliación y concordia», ha escrito el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su cuenta de Twitter.

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