Diario de León

El suicidio y otras intimidades de la Generación del 98

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Entre las 30.000 cartas que se estima escribió Unamuno en su vida se cuentan como destinatarios los hermanos Machado, Manuel y Antonio a la cabeza, aunque también Francisco. Algunas decenas se conservan en la Casa Museo del rector salmantino, pero no dejan de aparecer documentos. Pollux Hernúñez recopila en Los Machado y Unamuno: Cartas (Oportet) medio centenar de misivas de los hermanos sevillanos y reconstruye las citadas de Unamuno, aunque la mayor parte de ellas están perdidas. «No hay que olvidar que el escritor vasco era en ese momento algo parecido al demonio y que era temeroso tener textos suyos en casa», apunta el filólogo.

Hernúñez ya fue depositario y editor del manuscrito del Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza, del joven Unamuno, que lo tenía un coleccionista que prefiere mantenerse en el anonimato. Ahora ha ofrecido algunas de las cartas que no se conocían para este libro. «Mi primera intención era restituir la figura de Manuel Machado, muy desprestigiada. Él estaba el 18 de julio en Burgos de manera fortuita. Su mujer tenía una hermana religiosa allí y cada año la visitaban en su cumpleaños.

Los falangistas le van a buscar a la pensión. Toda la familia era republicana, ¿qué podía hacer él? Si se hubiera negado, el final era claro. ¿Qué podía hacer alguien de 62 años en esas circunstancias, con alguien armado en frente? Aceptó la situación en contra sus convicciones. No hubo ninguna traición», afirma el investigador.

El volumen de 780 páginas incluye, además de las cartas, todos los documentos y artículos referidos. «Es la correspondencia de unos señores de hace más de cien años y creí necesario reflejar el caldo en el que se producía ese intercambio, de ahí la desmesurada documentación, el apéndice de 80 textos y las notas. Es una ventana a una época y a la relación de casi 30 años entre tres personas importantes para nuestra cultura, nuestra política y nuestro arte. Hay que reconocer a la generación del 98 el prurito de querer cambiar la sociedad para bien, aunque todos lo acaban pagando».

Las cartas esbozan una relación de amistad de los Machado con Unamuno, al que reconocen su magisterio, que en el caso de Manuel está más escorada hacia la demanda, la petición de reseñas, de colaboraciones, de ayuda por parte del bilbaíno, mientras que las de Antonio confiesan sentires, asuntos íntimos y un entendimiento tácito, una coincidencia intelectual profunda. No en vano le dice varias veces al vasco «a usted le debo haber saltado la tapia de mi corral o de mi huerto». Pollux define a Manuel como un andaluz «extrovertido, en permanente contacto con la gente, tras ser un mujeriego necesita casarse» frente a un Antonio «taciturno, que no habla apenas asiente, muy observador y trabajador».

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