Diario de León

Restauraciones

El taller de los milagros

Con tres personas y 100.000 euros de presupuesto el Centro de Restauración de la Diócesis de León rehabilita al año cuatro retablos y una veintena de tallas

León

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Reparan estatuas ‘tullidas’, retablos con termitas o tallas devoradas por la carcoma. El Taller de Restauración de la Diócesis de León tiene una larga lista de espera. «Estamos desbordados», afirma Máximo Gómez Rascón, responsable del Patrimonio eclesiástico de la provincia de León.

Con solo tres personas, del taller salen cada año, completamente rehabilitados y desinfectados, cuatro retablos y una media de 18 tallas. Pero la demanda es «inasumible». Al menos, con el personal actual. Con un presupuesto anual de 100.000 euros —que financian a partes iguales el Obispado y la Diputación— apenas pueden atender una mínima parte de las peticiones que reciben.

Están pendientes de colocar en los próximos días el retablo de Campo y Santibáñez, una joya del siglo XVI. Y, recientemente, también han recuperado los retablos de Vallecillo y Gordaliza del Pino.

Algunos llegan en las últimas. Madera que se deshace al tocarla y tallas huecas por efecto de las termitas. Gómez Rascón se las sabe todas. Asume con naturalidad las críticas. Por eso, invita a vecinos y autoridades municipales a que sigan el proceso de restauración. Es consciente de que muchos retablos tienen una apariencia que no refleja su estado real. Llegan ‘podridos’ y hay que remendarlos de arriba abajo. Por ejemplo, el de San Martín de la Cueza, una pieza «espectacular» del siglo XVI. Está incluido entre las 24 localidades que se reparten este año una partida de 40.000 euros consignados por la Diputación para la restauración de bienes muebles. El problema es que la subvención del Instituto Leonés de Cultura (ILC) tiene una fecha tope. La rehabilitación tiene que estar terminada antes de noviembre. Los plazos estrictos y el exiguo personal impiden al Centro de Restauración afrontar el ingente Patrimonio que en León precisa cuidados ‘in extremis’. «El Patrimonio es inmenso. Estamos a tope de trabajo y de peticiones», dice Rascón.

Su anhelo es que la Diputación amplíe las partidas y también puedan contratar más restauradores. Al menos, pide una plantilla de cinco. Pese a todo, Rascón asegura que no es pesimista. Otros años, a través de un convenio con la Junta, contaban con trabajadores extra: los alumnos de la Escuela de Arte. «Los pueblos no tienen dinero y la Junta solo apoya obras en los grandes monumentos», lamenta Rascón.

Su política es rehabilitar poco a poco. Como en el citado caso de San Martín de la Cueza o en el retablo de Villaselán, que pretende desmontar, sanear y recomponer su estructura y, a posteriori, restaurar ‘in situ’. Retablos como el barroco de Paradilla o el de Grajalejo de las Matas han podido salvarse gracias a la intervención del taller que dirige Rascón. También el de San Pedro de los Oteros, que escondía una estimable Crucifixión bajo un lienzo completamente gris. Al desmontar algunos retablos ha habido sorpresas. Desde pinturas murales ocultas a tallas góticas y románicas escondidas, como en Vallecillo.

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