Diario de León

Patrimonio

La tebaida de Lancia pende de una escalera

Patrimonio paralizó el proyecto de restauración de las Cuevas Menudas

León

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El proyecto para rescatar las Cuevas Menudas de Villasabariego lo que no ha salvado es el ‘escollo’ de Patrimonio. La Comisión Territorial lo echó abajo hace un año. Desautorizó la colocación de una escalera y la pasarela que unirá seis de estos eremitorios, con lo que en la práctica impedía que las cuevonas utilizadas por los anacoretas medievales sean visitables. También exigía un informe geotécnico previo del farallón sobre el que se asienta la ‘tebaida de Lancia’, en un cerro a escasa distancia del yacimiento astur-romano y a los pies del Camino de Santiago.

La alcaldesa de Villasabariego, la socialista Esther García Reguera, confía en que Patrimonio acepte ahora el proyecto, del que se ha eliminado la escalinata, de forma que el acceso a las cavernas se hará desde un camino «integrado» en el paisaje, con una barandilla en tonos tierra que pasa «desapercibida».

Es posible que Patrimonio, que celebra hoy su reunión mensual, tenga un veredicto. La citada comisión exigió además un «cierre» para frenar el vandalismo que ha causado estragos en las cuevas durante los últimos años. «Pero es como pedir puertas al campo», según la alcaldesa. No obstante, el proyecto reformado contempla un acceso cerrado al inicio del camino, donde se iniciarán las visitas guiadas cuando se abran al público.

La Diputación sufraga casi íntegramente la restauración de las Cuevas Menudas, cuyo coste se eleva a casi 200.000 euros, de los cuales el Ayuntamiento aporta 10.000. El proyecto mantiene el mirador, ubicado frente a estas cavidades excavadas en la tierra arcillosa y habitadas desde el siglo X. La alcaldesa ignora cuándo podrán empezar las obras de restauración, que incluyen el control arqueológico de este enclave. Los técnicos ya anunciaron que los trabajos se prolongarían durante un año. El anteproyecto advertía de que los eremitorios se encuentran en una situación de «precolapso»; básicamente, porque la escorrentía está diezmando las cuevas. El conjunto completo consta de 17 cavernas, aunque algunas hace tiempo que se han venido abajo. De hecho, en 1923 había catalogadas 20. Distribuidas en tres niveles, ahora exclusivamente queda el central.

 

Un equívoco garrafal

 

Hispania Nostra incluyó en su Lista Roja la tebaida de Lancia, declarada Bien de Interés Cultural, con el máximo grado de protección, en 1985, porque la Junta creyó entonces que eran del Neolítico. La historiadora leonesa Vanessa Jimeno Guerra acababa recientemente con un error histórico que ha durado un siglo, al demostrar que la arquitectura excavada en el valle medio del Esla hunde sus raíces en la Alta Edad Media y no en la Prehistoria.

Este equívoco, no obstante, ha sido providencial para poder salvarlas 35 años después. La sencillez de los grabados interiores indujo a los historiadores a fecharlos en el Neolítico. La mayoría representan cruces y no pinturas humanas esquemáticas

como se pensó hace un siglo. Las paredes aún preservan algunos grabados de carácter cristiano, sobre todo cruces, entre las que destaca un imponente huecorrelieve de 25 centímetros destinado a encajar en su interior una cruz portátil. Además, hay grabados epigráficos que prueban su cronología medieval, como una A con el travesaño angular típico de los siglos V-XI.

 

Un refugio para botellones

 

En los últimos tiempos han servido para celebrar botellones y meriendas, pese a su difícil acceso. Hispania Nostra justificaba su ingreso en la lista de la desidia porque «además de los continuos actos vandálicos en forma de firmas, el interior de una de las cuevas ha sido utilizado como lugar de reunión de algún grupo de personas, a tenor de los objetos que penden de sus muros». Añade que las cavidades «presentan un estado de derrumbe incesante, lo que indica una desaparición inminente del conjunto de forma paulatina. Con ellas desaparecería una parte importante y significativa de los espacios arquitectónicos que se conservan de la Alta Edad Media leonesa y, con ello, una fuente imprescindible de conocimiento».

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