Las termas que pagó el emperador

La investigación que acaba de publicar el parofesor Ángel Morillo Cerdán también se centra en las termas romanas que se esconden bajo la Catedral. Según destaca el arqueólogo, a jugar por los elementos recuperados, el espacio del que proceden contaría con un zócalo inferior de lastras de mármol, adornado con medias columnas adosadas y con cornisas molduradas, todo realizado en tonos blancos o grisáceos. Los revestimientos de colores claros son propios de edificios con luz tamizada o reducida, a fin de proporcionar más claridad. La parte superior de la pared también debería ir pintada con tonos claros. Asimismo, se han recuperado algunos elementos que indican la presencia de algunas columnas exentas y elementos de mobiliario, como un gran labrum (lavabo. Tanto uno como otras están realizadas en caliza de Espejón de tonalidades violáceas. «La combinación de estos elementos con el blanco de los placados marmóreos crearía un efecto de bicromía y claroscuro muy llamativo, lo que nos lleva a apoyar la hipótesis de que formaron parte de un gran edificio», afirma Morillo.

El profesor añade que teniendo en cuenta el estatuto de los campamentos, dependientes directamente de la jurisdicción militar, donde no existe lugar para el evergetismo privado, un edificio de estas características sólo puede estar promovido o por el legado de la Legio II o bien por iniciativa de la comandancia imperial, es decir, el emperador en calidad de general en jefe de todas las tropas. «Debemos recordar que el futuro emperador Trajano fue legado de la Legio VII en época de Domiciano», subraya el arqueólogo.