Diario de León

«Trabajar para uno mismo sería una gran perversión»

Daniel Verbis llega mañana a Ármaga con su nueva exposición ‘Cartografía de una desaparición’. Tras las recientes muestras de José de León en El Albéitar y Botines, el arte leonés actual se reivindica con un listón histórico de máxima calidad.

León

Creado:

Actualizado:

Daniel Verbis (León, 1968), en Ármaga, con Cartografía de una desaparición . Un cóctel cultural perfecto para la mañana de mañana, cuando esta exposición abra sus puertas (12.00 horas. Ármaga, Alfonso V, 6) como si fuera el mejor vermú posible. Cuadros de este artista residente en Madrid, pero que siente su obra con espíritu centrífugo, porque quiere llegar a la gente. Academicismos fuera, salvo los imprescindibles. Por eso, aquí queda mejor una primera persona lo más precisa posible, porque el verbo de Verbis es otro atractivo como el de su obra: «¿Lo que se verá en Ármaga? Yo soy un artista que cambia, que fluctúa. Mi proceso creativo está en continua mutación. Y en esa mutación hay la desaparición de lo anterior. Si mi obra es una espejo de mi mismo, lo que muestra no es una imagen mía, sino parte de lo que ya ha desaparecido. Pero esto, más que un éxito es el fracaso de alguien que quiere ser pero no lo consigue. Quiero reconocerme, pero no ocurre. Y así, cuando haces una obra tienes la sensación de que estás perdido. Y en ese desastre aparece el empeño en el que realmente eres creativo. Pero también, ahí es donde surge la belleza de las heridas, el cuadro emocionante es aquel en el que se reconoce el esfuerzo por ser», sostiene el leonés.

Al margen de estas vibraciones también tiene otras igual de buenas sobre su regreso a León, en donde ni se sabe ya cuándo fue su anterior visita en una exposición individual. «Siempre se genera una responsabilidad al exponer en tu ciudad. Es un escaparate importante y un compromiso por el apoyo. Surgió a través de Ármaga porque me resultó todo atractivo. Marga Carnero, quien lleva la galería y el momento de hacerlo, e incluso adaptarme a un espacio como es el de la galería. Me pareció todo bien», afirma Verbis, que también añade un dato curioso para los que creen que los artistas no se quitan su ropaje de ego ni para dormir: «El artista quiere ser visible en la mayor parte de ámbitos. Eso tiene que ser lo importante. Es difícil porque hay mucha competencia y cada lugar, galería o feria, tiene su política. En cuanto a mi trabajo siempre lo he hecho con visión periférica. Por ejemplo, desde Madrid, pero con un ojo puesto en lo de fuera. Y en parte es porque el artista normalmente lo que quiere es que su obra se vea. Y además, los artistas somos mucho más accesibles de lo que se cree...», dice.

En realidad, se convierte así en una conversación con Daniel Verbis, que es un paseo por sus pensamientos. Algo que, además de provenir de un creador de su talla, se convierte en un motivo de fe en el arte.

««En cuanto a mi obra, vivo en la contradicción de querer ser visible, lo más posible, pero tengo la pulsión de que no se me vea. Confinamiento, palabra de moda, podría ser mi estado natural. Ahí me siento más yo, aunque el artista necesita el feedback del reconocimiento. Dejar esa huella, no sé si en el tiempo o en espacio. Trabajar para uno mismo sería una perversión. Exponer es importante porque suele haber diferencia entre la idea de lo que uno ha hecho y lo que la gente recibe. El artista no puede estar en una burbuja cegado creyéndose el más interesante o necesario», relata. Y suena a advertencia involuntaria cuando en ocasiones, sobre todo localistas, se tiende a que el artista cree su propia ficción.

Respecto a su relación con el público, también hay algo de receta por parte de este pintor que aunque su modestia le haga pasar de puntillas sobre ello, es el artista leonés de más proyección e impacto en la escena nacional. Tal vez, porque se ha acostumbrado a saltar sin red o sin ese a veces sobrevalorado respaldo que es el DNI. «La gente necesita sorpresas. Ahora recibe muchas informaciones digitales, que son como flashes, pinchazos emocionales. Eso puede ser malo, pero siempre estamos necesitados de emociones. Hay una gran cosa académica en el arte. Porque el sistema necesita ese corpus teórico, para que no sea fútil. De hecho, el arte más contemporáneo es el que más necesita esa academización. Aunque yo pienso que el arte es más valioso cuanto menos condicionado esté. Como si dijéramos que el arte inútil igual es el que más hace falta mirar», asegura.

tracking